Un buen amigo que pace al otro lado del Puerto de Pajares me nominó a través de una red social a recomendar un libro para llenar los cientos de horas muertas que tenemos por delante. A los pocos segundos de estar ante mi librería personal mis ojos se detuvieron en el lomo de un ejemplar en el que se adivinaba la silueta de varios caballos, uno de los cuales yacía en el suelo. Y en ese mismo instante retrocedí más de una década para recordar el momento en el que adquirí ‘Un día de cólera’ de Arturo Pérez-Reverte.
Este relato, que transcurre en los sucesos acaecidos el 2 de mayo de 1808 en Madrid, nos sitúa ante héroes, villanos, valientes y cobardes. Y más de dos siglos después podemos encontrar múltiples paralelismos con lo que estamos viviendo, o mejor dicho sufriendo, en nuestro país y en especial en la capital de España. Los invasores gabachos parece que van a quedar como simples aficionados respecto al invasor chino de nombre coronavirus Covid-19, quien ajusticiará a muchos más compatriotas de los que perdieron la vida por las calles madrileñas al sublevarse contra las tropas napoleónicas.
En las situaciones extremas es donde el ser humano es capaz de protagonizar hechos heroicos y deleznables. Y la actual crisis en la que estamos inmersos no es una excepción, al igual que no lo fue hace más de doscientos años en los ‘madriles’. Héroes hay muchos, ya que no sólo el personal sanitario está cumpliendo con creces el papel que les ha tocado jugar. Detrás de ellos hay miles de personas de muy diversos sectores que están mirando de frente al enemigo y no escapan del campo de batalla y sin los cuales la derrota estaría asegurada. Me refiero a transportistas, empleados de los supermercados, taxistas, farmacéuticos, miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, etc. Por esta razón, también deberían ser para ellos los millones de aplausos que se escuchan cada día a las ocho de la tarde. Al menos, los míos lo son.
Pero por desgracia también hay villanos, personajes sin escrúpulos que anteponen su interés personal al de los demás, sin importarles el goteo continuo de muertos y el miedo y la ansiedad de los que tenemos la suerte de seguir vivos. Me parece repugnante que tras la declaración del estado de alarma haya habido políticos que criticaran al Gobierno y lo vendieran ante sus hinchas como un ataque a sus competencias autonómicas, comparándolo con el ya manido 155. ¿De verdad que es necesaria también esta sobreactuación cuando estamos ante una crisis sanitaria histórica y que está llevándose por delante vidas sin importar el lugar de residencia? ¿O es que también queremos ser distintos y especiales en esto?
Y luego claro, también hay villanos que además son cobardes. Este es el caso de la huida de la justicia y exconsellera catalana, Clara Ponsatí, que tuvo la poca vergüenza de publicar en Twitter "De Madrid al cielo" en referencia a lo que estaba pasando en la capital de España. Un juego de palabras e ideas que define su bajeza ética y moral.
Ahora no es momento de sacar réditos políticos, ni desde la oposición ni desde el Gobierno. Lo que toca es aunar esfuerzos y trabajar todos juntos, sin importar color político ni autonomías. Todos debemos ser uno, tanto los políticos como los ciudadanos. Ya habrá tiempo, cuando todo esto acabe, de depurar responsabilidades, sacar las vergüenzas a quien corresponda por los fallos cometidos y que se nos explique con calma cómo y por qué se fueron tomando las medidas desde las autoridades competentes. Y una vez hecho esto, deberemos cada uno de nosotros hacer un examen de conciencia para saber si hemos estado a la altura de las circunstancias, como sí lo estuvieron hace doscientos años por ejemplo Manuela Malasaña, Clara del Rey, Luis Daoiz o Pedro Velarde.
Un día de cólera
19/03/2020
Actualizado a
19/03/2020
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