Que el destino es caprichoso no es una conjetura, es una realidad. Puedes dejarte los cuernos en la búsqueda de un objetivo y quedarte a medio camino, pero también puedes ser el afortunado que, por una serie de circunstancias, algunas de las cuales son ajenas a ti, te llegan unas oportunidades que nunca pensaste que ibas a tener. Es cierto que algunos dirán que la suerte no tiene mucho que ver y que esas oportunidades llegan porque, aunque tú no seas consciente, has estado dando pasos hacia ese punto. No lo sé, quizás sea una combinación de ambas posibilidades, pero sea de la manera que sea, esta semana me siento un tipo afortunado.
Como para no sentirme privilegiado si en un intervalo de tres días me han dado la oportunidad de decir alto y claro lo que opino sobre la situación actual del periodismo en ‘Herrera en la Cope’, ‘Horizonte’ en Cuatro y en ‘El Canal del Coronel’ de mi tocayo Pedro Baños. Mentiría si no reconociera que mi porcentaje de orgullo personal ha subido un porcentaje no desdeñable durante esta semana, aunque soy consciente de que eso es algo eventual y pasajero. Pero por lo que estoy tremendamente feliz es por haber podido compartir mi visión con millones de personas gracias a la difusión a nivel nacional e internacional de estos espacios informativos.
En una época en la que la polarización también ha llegado al periodismo, creo firmemente que es más necesario que nunca el trasladar a la ciudadanía y a los propios compañeros una visión alejada de las trincheras y del activismo ideológico. Con esto no pretendo quitar gravedad a la situación crítica de nuestra profesión, busco lo contrario, con esa crispación y polarización estoy seguro de que no conseguiremos salir de este túnel en el que nos hemos dejado meter por el Poder. La única opción para encontrar la salida es volver a la esencia de la profesión, reconocer nuestros errores y reencontrarnos con el objetivo del periodismo, que no es otro que contar a los ciudadanos lo que sucede, no lo que nos gustaría que sucediera.
Sé que debido al ambiente irrespirable que existe en nuestro entorno mis mensajes pueden sonar a ilusos y románticos, pero créanme, la crispación, manipulación y desinformación sólo se pueden combatir rompiendo las gafas ideológicas y partidistas que muchos tienen colocadas y con información de calidad. Y en este último punto es donde los periodistas tenemos mucho que decir. Dejémonos de hacer periodismo de trinchera y dediquémonos a hacer algo tan sencillo aparentemente, pero complicado en realidad, como es informar con rigor y siempre respetando el código deontológico de la profesión periodística.