Este domingo comenzó el alto el fuego en Gaza. Se concede así un respiro en la guerra que se libra entre Israel y Hamás desde hace más de 15 meses.
Nos llegan imágenes de las personas que vuelven a lo que fue su hogar hasta que este sinsentido destrozó sus vidas.
La tregua, entre otras condiciones, trae consigo la liberación de rehenes después de los horrores vividos durante esta eternidad. Víctimas inocentes de una mezcla letal de terrorismo, fanatismo y ansia de poder. Nadie merece semejante sufrimiento.
Nada será igual para ellos, ni para el territorio arrasado. Se han producido pérdidas imposibles de compensar. Pero al menos se vislumbra la posibilidad de que estemos asistiendo al principio del final definitivo del conflicto armado.
La esperanza de que así sea brilla sobre la emoción que reflejan los abrazos de los prisioneros liberados con sus familiares.
Otro evento susceptible de marcar el rumbo en los próximos años es la toma de posesión del flamante presidente electo de Estados Unidos.
Su mandato genera euforia entre los afines a su ideología e incertidumbre en los demás, como siempre suele suceder. Nada extraño.
Solo que las decisiones que se toman en la Casa Blanca terminan repercutiendo sobre el resto del mundo. El tiempo nos irá mostrando de qué forma nos va a afectar.
Un temporal de nieve y lluvia atraviesa nuestro país mientras a nivel internacional tienen lugar dichos acontecimientos que pueden ser muy relevantes para el futuro.
Con el frío, tampoco falta a su cita la amenaza de la gripe colapsando los hospitales. A esto le sumamos que nos encontramos en plena cuesta de enero.
Cierto profesor de la universidad de Cardiff, especializado en psicología, determinó a través de una fórmula matemática que el tercer lunes de este mes es el día más triste del año, Blue Monday. Tal hallazgo le costó el puesto de trabajo.
Hay quien lo ha calificado de pseudociencia. Aunque a fecha 20 de enero de 2025, Blue Monday, el horizonte que se vislumbra no invita al optimismo.