19/10/2023
 Actualizado a 19/10/2023
Guardar

«Dime a quién votas y té diré quién eres». No sé, ni me importa, si alguien ha pronunciado esta frase antes que yo, pero la hago propia. Como uno no ejerce ese derecho que la mayoría consideráis sacrosanto, puede elucubrar y hacerse pajas mentales sin ninguna cortapisa, a calzón caído. Si, actualmente, votas al Pp, es que eres un nostálgico empedernido, un soñador que busca la paz y la monotonía en la vida y en lo que haces en ella; un tipo (o tipa), que prefiere lo malo conocido a lo bueno por conocer, que hace oídos sordos a todo lo que conlleve un átomo de aventura y de incertidumbre: un aburrido, en una palabra, además de alguien que, las más de las veces), comulga ruedas de molino. Si votas al actual Psoe, significa que odias a los ‘otros’, a los conservadores, solo por el mero hecho de serlo. Anhelas el ‘progresismo’ como mandamiento primordial, sin importarte un huevo lo que significa, abrazando los nuevos postulados (feminismo, ecologismo, buenismo), como credos que sustituyen a los antiguos que te enseñaban los curas en las catequesis de tú infancia, y olvidándote de lo que es importante y que predicaban, seguramente en el desierto, Marx, Engels y el resto de la tribu. Si votas a Vox, mayormente eres un descerebrado y no hay nada más que añadir. Como si lo haces a Sumar y sus satélites... Hasta aquí, esto es un desahogo, que de vez en cuando uno tiene derecho a darse un gustazo y llamar a las cosas por su nombre. Por supuesto, esta rayada se puede extrapolar a cualquier país del ancho mundo.

Para entender lo que está sucediendo en Israel y en Palestina es bueno hacer un poco de historia. Israel se fundó porque los británicos tenían muy mala conciencia al no haber hecho nada para impedir el Holocausto del Hitler. No creyeron que estaba sucediendo (como los yanquis), hasta que las tropas soviéticas empezaron a liberar las regiones de Bielorrusia y de Polonia dónde se hallaban aquellas fábricas de la muerte. En cualquier caso, Israel nació con un ramalazo socialista innegable. No es de extrañar, ya que sus fundadores, casi sin excepción, habían vivido en sus carnes los primeros años del comunismo en Rusia, en Ucrania o en el Cáucaso, puesto que nacieron allí en su inmensa mayoría. Los primeros gobiernos israelíes eran socialistas. Ben-Gurión (el padre de la nación), Levi Shkol o Golda Mair, además de luchar contra los árabes, llenaron Israel de ‘kibutz’ y de cooperativas. El dominio abrumador del partido Socialista israelí siguió hasta 1977, año en el que un partido de extrema derecha, el Likud , alcanzó el poder. Su líder, Menachem Begin, era un terrorista al que los ingleses habían puesto precio a su cabeza. Entre otras hazañas, voló el hotel ‘Rey David’, en Jerusalén, matando a cientos de británicos. Desde entonces, ¡45 años han pasado!, los socialistas han ocupado el poder ¡siete!, y, por ejemplo, Yitzhak Shamir, uno de sus primeros ministros, además de ser el militar más notable de la historia judía, fue asesinado por un radical del Likud porque comprendió que era necesario un estado propio para los palestinos y estaba poniendo los medios para lograrlo. En todos estos años, han sido primeros ministros gente como Ariel Sharon, un general que bajo su mando ocurrieron las masacres de Sabra y Shatila. Es cierto que los asesinos fueron cristianos meronitas, pero dos comisiones de investigación, una israelita y otra de la ONU, concluyeron que el ejército judío era responsable, (en la israelita el dictamen fue que era causante «indirecto»), de aquel pequeño genocidio. Y ya no os hablo de Netanyahu, el actual ‘premier’, porque a poco que leáis los periódicos o veáis la televisión sabéis tanto como yo del personaje, que es un tramposo y un prevaricador... Después de todos estos datos la pregunta es obvia: ¿Cómo es posible que en un país como Israel gobierne esta gente?, ¿cómo es posible qué el pueblo vote a un partido como el Likud? Pues porque, en el fondo, los israelitas prefieren a este partido porque no soportan a los palestinos en particular y a los árabes en general y saben que mientras estén en el poder no abandonarán los asentamientos que poseen en Cisjordania y que nunca han dejado de construir; que nunca abandonarán los Altos del Golán, dónde se encuentran las fuentes de agua más importantes del Oriente Próximo. Y porque siguen, como los yanquis, convencidos hasta las trancas de que son el pueblo elegido por Dios y que los demás deben de hacer lo que ellos digan. La excepcionalidad de los países..., ¡cuántas muertes ha causado a lo largo de la historia!

El asunto es que en esta venganza que ya están llevando a cabo mientras escribo los militares judíos, morirán miles de inocentes porque es imposible matar a los terroristas de Hamas sin que ellos mueran también. Les da lo mismo el número de muertos que al final cueste la venganza: lo primordial es llevarla a cabo. Nada nuevo bajo el sol: a poco que leáis el Antiguo Testamento, os daréis cuenta de que su Dios les ordenaba perpetrarlas. Y decía, además, que no podía quedar ninguno de sus enemigos con vida, daba igual que fuesen combatientes, ancianos, mujeres o niños. ¡Mierda de mundo! Salud y anarquía.
 

Lo más leído