21/12/2024
 Actualizado a 21/12/2024
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Lo explicó magníficamente Vicente del Barrio en su última columna, publicada en estas páginas el pasado jueves, pero en vista de lo que se nos viene encima tenemos que repetirlo, cuantos más y más alto lo digamos, mejor: lo de la presunta protección del leonés es un mamoneo basado en una pura invención, y carece del más mínimo apoyo social.

Ni siquiera los votantes de la UPL –al menos aquellos con los que yo trato– ven con buenos ojos que nuestro Ayuntamiento gaste dinero público en cambiar placas como la de la calle Arquitecto Torbado por otra que diga Arquitectu Torbado, ni mucho menos que haya quien pretenda hacer perder el tiempo a nuestros niños con horas lectivas de leonés.

Vicente, que tiene la mirada más limpia que uno, atribuye todo el asunto al mero paletismo o al afán de diferenciarse. Yo voy más allá, y creo firmemente que detrás de las medidas que el PSOE llevó a las Cortes esta semana, felizmente frustradas, hay además un notable afán de trinque. Pocas milongas mantienen a tanta gente viviendo de momio y amasando subvenciones como las relacionadas con las lenguas, dialectos y fablas.

De todos los fraudes y adulteraciones de lo leonés que, en nombre de la supuesta tradición, sustentan estos disparates políticos, una de las más sangrantes viene a cuento por su sabor navideño: la que pretende que la llamada «vieja del monte» sustituya a los Reyes Magos en su misión de repartir juguetes entre los niños en estas fechas, para así parecernos a los vascos con su Olentzero (artificilmente creado en la última parte del siglo XX) o a los catalanes con su Caga Tió.

Nunca jamás la tal vieja trajo regalos a los niños leoneses en Navidad. Ni a nuestros abuelos ni los abuelos de nuestros abuelos, ni en los pueblos ni en las ciudades de nuestra provincia, y quien diga lo contrario miente, ya sea deliberadamente o porque se la han colado. 

Pasen unas felices Navidades, escriban sus cartas a los Reyes Magos, si aman la tradición, o a Papá Noel, si prefieren el cine americano, coloquen sus zapatos o cuelguen el calcetín, pero si ven aparecer por su casa esta Nochebuena a la dichosa vieja échenla a escobazos, es una impostora.

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