En una parroquia les dijeron a los niños de catequesis que, aunque estuvieran de vacaciones de Navidad, deberían seguir participando en las celebraciones de la Iglesia y que, especialmente el día de Navidad, es un día en que no se debería faltar a la misa. Entonces un niño respondió diciendo que él no podía ir. Preguntándole por qué no podía, su respuesta fue esta: «Es que vienen mis tíos». En efecto, sus tíos vendrán a cenar a su casa en una noche tan significativa como la nochebuena. Se trata de una cena de fiesta. Pero inmediatamente surge otra pregunta: ¿Qué es lo que celebran en esa cena? Ignoro la respuesta del niño, pero el origen de la cena de nochebuena está en la celebración del nacimiento de Jesús, al que los cristianos, consideramos como Hijo de Dios.
Ahora me atrevo a preguntarte a ti, querido lector: ¿Qué es lo que celebras en Navidad? No hace falta que me respondas. Lo que sí tengo claro es que a mucha gente que celebra las navidades le importa un comino el nacimiento de Jesucristo. Lo cual no deja de ser un poco absurdo. Imaginemos que alguien nos invita a la comida de un bautizo y preguntamos a ver quién es el que se bautiza y nos responden que no se bautiza nadie, pero que les apetece celebrarlo. O que nos invitan al banquete de una boda, pero que no hay novios, que no se casa nadie. ¿Qué sentido tiene esa celebración? Ninguno. Supongamos que sí hay novios y vamos a la boda, pero que los novios no nos interesan para nada. Recuerdo un par de veces, invitado a una boda, ver llegar a unos chicos al banquete, sentados a mi lado. Les pregunté a ver por parte de quien venían, si del novio o de la novia. Fueron sinceros. No los conocían de nada, ellos venían a cenar y lo hicieron bien. Ahora es más difícil, dado que en cada mesa aparecen los nombres de los invitados. Pues esto es lo que hace mucha gente en Navidad, comer y beber sin importarles lo que se celebra. Nos alegramos de que las comidas y cenas les aprovechen, pero se pierden lo más importante. No han descubierto la gran noticia de que Dios se hace especialmente presente y cercano, de que nos ha nacido un Salvador, de que, gracias a Él, la vida tiene sentido, de que el mundo mejoraría si siguiéramos su ejemplo y sus enseñanzas.
Nos alegramos de que los tíos del niño vengan a su casa a cenar en nochebuena, pero ¿acaso los que vamos a misa el día de Navidad no cenamos? Y vuelvo a preguntar: ¿qué es lo que celebra esta familia, precisamente en una noche tan señalada?