12/04/2024
 Actualizado a 12/04/2024
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Corría el mes de febrero de 2020. Acción Liberal, la organización de pensamiento liberal que tuve el honor de cofundar, decidimos dar a conocer la asociación con la presentación del libro de Cristina Seguí ‘La mafia feminista’.

Ya teníamos reservada una sala de un céntrico hotel de León para hacer dicha presentación. Todo en plan discreto, sin muchas pretensiones. Pero de la noche a la mañana, tras llegar la convocatoria a oídos de las ‘feminazis’, dicho hotel empezó a recibir llamadas amenazantes y un aluvión de reseñas falsas en Google y ‘TripAdvisor’.

Ante dicha presión, el hotel cedió y nos invitó amablemente a que rompiésemos el acuerdo, nos buscásemos otro emplazamiento y que sustituyésemos los folletos y la cartelería de publicidad que habíamos hecho, por otros donde no hubiese rastro del nombre del hotel.

Nosotros, que no queremos causar problemas a nadie, aun con la impotencia e indignación de la cesión al chantaje, nos pusimos frenéticamente a buscar nuevo local. Por desgracia, tras la polémica, no hubo hotel, restaurante o bar que nos abriese las puertas para organizar dicha presentación, hasta que topamos con un valiente, una persona que decía que en su cafetería era todo el mundo bien recibido fuesen de Podemos, del PP o de Vox y que contásemos con su local de forma gratuita. Siempre en mi recuerdo el gran Vicen de la antigua Cafetería Santo Domingo. Ni que decir tiene que, tras el lío montado, la presentación fue un éxito aplastante y hubo mucha gente que incluso se tuvo que quedar en la calle.

Recientemente, la Junta de Castilla y León ha decidido con mejor o peor atino, pero no me cabe duda que con buena intención (quizá algo ingenua) celebrar en León y Ponferrada ‘Villalar’, la fiesta de la Comunidad, imagino que con el espíritu bienintencionado de hacer comunidad y que los leoneses nos sintamos parte de Castilla y León.

Tal como pasó en aquella ocasión, las redes han empezado a arder de la mano de la UPL, Conceyu y otros tantos de esos que buscan siempre el enfrentamiento y ven el enemigo sólo más allá de Izagre, en lugar de mirarse al espejo. Como consecuencia, hosteleros, bodegueros y distribuidores de productos, han decidido renunciar a participar por miedo a posibles represalias económicas futuras en sus negocios y por aquello del «por si acaso».

A mí, personalmente, la fiesta de Villalar nunca me ha motivado, de hecho, soy de los que podrá ver ‘tirando de carro’ en el Ikea de Oviedo el 23 de abril, pero «viva y deje vivir». Si usted no quiere participar de la fiesta, contraprograme dicha actividad con una morcillada popular, pero deje que el que sí quiera o el que su negocio dependa de estas cosas, participe si así lo cree necesario. Sin miedo a las represalias.

Un estanco en Cataluña sufre boicot por rotular su establecimiento en castellano y nos ofende, pero cuando alguien ofrece sus productos y servicios para darle un gusto leonés a Villalar y los intransigentes les señalan con el mismo dedo del boicot, nos parece muy bien.

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