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Virtualidades engañosas

11/06/2023
 Actualizado a 11/06/2023
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Miguel de Unamuno dijo ¡que inventen ellos! Se refería a la práctica científica, ya que, respecto a la reflexión filosófica e innovación literaria, los hispanos no estamos a la zaga de ningún otro país. A veces se dice que lo imaginado literariamente «está basado en hechos reales». Pero puede suceder queun relato con visos de autenticidad sea artificio ingenioso articulado como cierto. Todo ser humano, con amplio conocimiento de hechos históricos o poseedor de una gran cultura, puede inventarse hechos y personajes presentándolos como verdaderos.

Jusep Torres Campalans no es un personaje real ni novelesco, sino descrito como cierto por Max Aub, escritor catalán que ingenió su biografía de olvidado autor de un montón de obras pictóricas, que llegaron incluso a ser expuestas en la galería Excélsior de Méjico en 1958 y en la Bodley Gallery de Nueva York en 1962. Aub concibe a Campalans como un pintor y dibujante cubista, hijo de payeses que emigraron a París. Allí entra en contacto con las vanguardias y confraterniza con artistas reales como Picasso, Modigliani o Mondrian. Para los estudiosos este personaje inventado por Aub es un pretexto creado para reflexionar en torno a las vanguardias. En el epílogo de la obra aparece el catálogo de las obras atribuidas a Campalans que son comentadas por el también inventado H.R. Tows, crítico de arte irlandés. Colaboró en el invento Xavier de Salas, amigo de Aub y subdirector entonces del Museo del Prado, hasta el punto de confabular la inclusión de una de las obras de Campalans en el propio museo. Toda una muestra que testimonia la virtud ingeniosa del gran escritor catalán.

Debido a mis estudios en filología hispánica y conocimientos de la lengua y la literatura portuguesas, se me ocurrió cierto día inventar una trama de correspondencia epistolar entre AntonioMachado y el más famoso poeta portugués contemporáneo, reconocido en todo el mundo, Fernando Pessoa. Aproveché que ambos eran coetáneos y tenían en su obra personajes heterónimos o apócrifos. De Machado, Juan de Mairena y Abel Martín; de Pessoa, entre otros, Ricardo Reis y Alberto Caeiro. Había que inventar un personaje que los pusiese en contacto. Y opté por Ramón Gómez de la Serna, residente en Lisboa en 1926, quien supuestamente se relacionó con los círculos vanguardistas portugueses. Inventé una veintena de cartas, de las cuales publiqué seis bajo el título de ‘A. Machado y F. Pessoa, esbozo de una correspondencia’ (‘El Adelanto’ de Salamanca, 21 de febrero de 1982). Transcribí únicamente aquellas que se referían al temade ‘el otro’ y de ‘lo otro’, proceso de multiplicación personal y de búsqueda anhelante del ‘tu’, que ha sido reiteradamente señalado como punto de convergencia de estos dos grandes poetas ibéricos. A través de las cartas de Machado se adivinan fácilmente las de Pessoa, cuando no se reproducen por entero, lo que permitía establecer sin dificultad el hilo del diálogo.

En el transcurso de esta ficticia correspondencia, la absoluta coincidencia de ideas del comienzo fue mudando en discrepancia ideológica. Mientras que Machado apuntaba hacia la izquierda, Pessoa viraba hacia la derecha.
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