Volver a escribir, a opinar, en un periódico de papel, además de encenderle a uno la memoria de sus primeros artículos –columnas o faldones, que de todo hubo–, es sentir como que te incorporas a las filas de la resistencia periodística, más, como que emprendes una épica aventura no carente de romanticismo, dado el cariz que va tomando el debate entre prensa de papel y medios digitales, donde los acérrimos defensores de las nuevas tecnologías –que no siempre de la modernidad– no cejan en la predicción de que los periódicos de papel naufragarán en la navegable red o serán sepultados en la arena de los nuevos tiempos, llegando a afirmar uno de ellos, Enrique Dans, que "el papel para un periódico debería ser hoy simplemente una impresión limitada hecha una vez al día de la edición en la red, creada para ancianos venerables y para nostálgicos del pasado".
Personalmente, carente de toda inclinación al masoquismo literario –a todos nos gusta que nos lean–, acostumbrado a galopar la vida en caballo perdedor y más dado a la cavilación que a la profesión de grandes verdades, pienso que la viabilidad económica de los medios de prensa escrita está más subordinada, amén de a los ingresos por publicidad –que crecen por primera vez en siete años–, a la recuperación de su prestigio y credibilidad que al principal soporte elegido. Más cuando la mayoría de los medios impresos comparten sus contenidos también en su versión digital.
Hablo de esta recuperación de la credibilidad, porque no deja de ser ciertamente lamentable ver cómo "las cabeceras tradicionales españolas han vendido su línea editorial y la mismísima esencia del periodismo a todo aquel que estuviese dispuesto a pagar por ello… toda cobertura de noticias incómodas para el gobierno se diluyó como un azucarillo. Literalmente, ya sólo cuentan noticias que no resulten incómodas para el gobierno…" que también y tan bien escribe el mismo Enrique Dans.
Sí, gustándome más la escritura a mano que a máquina, regreso al papel porque, quizás influenciado por la lectura de y sobre Manuel Chaves Nogales ("andar y contar es mi oficio"), sobre todo, estoy seguro de que, si en algo me puedo parecer a él, además de en publicar en papel, será en que como él "en las grandes ocasiones siempre diré algo inconveniente".
También hay que sumar a todo lo anterior el placentero desafío y juego que representa escribir semanalmente los dos mil quinientos caracteres confiados a mi mano y que hoy se cumplen exactamente aquí, en este punto final.
Volver al papel
15/07/2015
Actualizado a
16/09/2019
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