Los domingos, en León, suelen ser jornadas hasta cierto punto monótonas. Como en la mayoría de los sitios, naturalmente, que apostillaría el parroquiano de turno. Los guiones domingueros se repiten en cadena cual si se tratara de la película ‘Atrapado en el tiempo’ (el día de la marmota), y a esperar al lunes. Pero hoy es una dominica distinta. Hay elecciones. Elecciones europeas, ni más ni menos, y allá cada feligrés con la opción que elija. Unos votarán con el corazón y otros con las tripas. O con las pinzas obstruyendo la napia. Y muchos –dadas las previsiones– ni se acercarán a las urnas. Cuestión de hartazgo. O falta de interés y compromiso, porque la política en España está tocando fondo. O lo ha tocado ya para descrédito de un Estado sumido en una desconfianza colectivizada brutal.
Que el politiqueo reciente es una verbena de pueblo, ya no lo discute ni el mayor de los incrédulos. Y que se traspasan todos los límites, tampoco. Ahí está el caso ‘Begoña Gómez,’ que, por arte de birlibirloque, se ha convertido –lo ha convertido su señor esposo– en un ‘grave’ problema de Estado y en causa de nuevos y ácidos enfrentamientos personales y partidistas. En definitiva, unos choques que no tendrían razón de ser porque la señora Gómez no es ‘naide’, que diría ‘El Guerra’, aquel famoso torero cordobés, autor de diversas frases célebres y codeado con lo más selecto de la intelectualidad española de la mitad el siglo XX.
No obstante y como para el ‘amo’ Sánchez todo vale, ha visto el filón de las sensiblerías en la figura de su cónyuge y amada y lo ha estado utilizando por activa y por pasiva. Lo del mitin de Benalmádena, el pasado miércoles, es para nota. De vergüenza ajena. Y el ‘patrono’ de La Moncloa, venido arriba, más campanudo que el pichi de Lavapiés por la pradera de San Isidro, a la espera de marcarse un chotis. Es una desgracia reconocerlo, pero este país no es normal. Y al ritmo que va, en el ‘fango’ se quedará estancado.
Por otra parte, el Partido Popular tampoco es que haya sido un dechado de comunicación en el transcurso de la campaña electiva. Y no hay quien explique por qué le cuesta tanto llegar a la gente, cuando los socialistas se lo están poniendo en bandeja de plata. Les falta garra. Y algún que otro atributo duplicado. Si el caso ‘Begoña Gómez’ hubiera sido el de la mujer de Feijóo –que amenaza infundada hubo, tanto por Sánchez como por la locuaz e hiperbólica Chiqui Montero en el Congreso de los Diputados– el PSOE habría levantado barricadas y encendido antorchas. A pesar de ello es muy probable que el PP, hoy, gane las elecciones. Eso dicen las encuestas. Pero que no se olvide –aviso para navegantes– que las armas las carga el diablo y se disparan solas. Ocurrió en julio del 23.