25/05/2024
 Actualizado a 25/05/2024
Guardar

Hay un hombre en El Crucero,

barba espesa y gris,

gorro vagabundo,

uñas de maleza y sol.

Le oí cantar una vez:

su voz era débil y dulce.

Es fácil hablar de los pobres,

de su enajenación,

de sus delirios,

de su mirada absorta y grave.

Y olvidarnos de su voz.

A veces, 

se parece a esos pianos

de teclas desamparadas,

o a esas criaturas furtivas que,

de amanecida,

bajan solas a beber al río.

Lo más leído