04/09/2023
 Actualizado a 04/09/2023
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En este querido mes de septiembre,  se agudiza la llegada de un otoño a León, que siempre deja una huella.

Se da comienzo a la rutina alejada de vacaciones y de tardes bajo la brisa playera que deja los pies ásperos de una arena cálida y húmeda.

En este mes se inician las clases escolares para jóvenes y no tan jóvenes, que deciden seguir formándose y también, las actividades cotidianas a un fresco que empieza a enfriar durante el día y la noche.

Es curioso cómo parece que la finalización del verano, trae consigo un síndrome postvacacional de añoranzas y nostalgia. Unida a una incertidumbre del futuro invierno.

Me llama en especial la atención, que siempre el verano trae más color a los días y parece que es la estación que más hace feliz a la gente.

Sin embargo, yo soy más del invierno, del fin del año; de cómo el calor se aleja y llega un frío que presta disfrutar en casa bajo un buen vaso de chocolate con churros.

Considero que cada estación trae sus cosas buenas y malas, ya que nada es perfecto. Como se suele decir, para gustos los colores, y a mí me gusta más el invierno.

He de reconocer, que soy una persona muy friolera, parece mentira que me guste el frío, porque luego soy la primera en abrigarme demasiado y sentir que no es suficiente, como si el frío se metiera dentro del cuerpo y no saliera nada más que en verano.

Lo que más me gusta del invierno es que da comienzo a la Navidad. Y no es que me encante la Navidad por la religión ni nada similar, me encanta por la luz y el color; por el ambiente de familia que se respira, incluso estando solo. 

En algunos momentos, añoro ser una cría y creer en los Reyes Magos y Papá Noel. Volver a esa magia es algo que extraño, pero como todo, cada circunstancia tiene su momento. Ahora con veintitrés años para veinticuatro, siento la magia vivida con aquellos que me quieren, incluyendo la compañía siempre única de mi querida Nana, una perrita que adopté hace 1 año y que me ha robado el corazón desde el primer día.

Debemos intentar ser agradecidos y tengo la sensación de que el comienzo del mes de Septiembre, es el inicio del camino hacia el fin de un año, que nos remueve lo vivido para agradecer todo lo que nos haya enseñado tanto para bien como para mal. 

Al fin y al cabo, los años son para experimentar y recabar toda la esencia de los momentos compartirdos solos o acompañados y en base a estos, aprender y agradecer el tiempo que estuvieron con nosotros.

Quizás, me estoy poniendo un poco filosófica, pero creo que es necesario recalcar que septiembre como el resto de meses, no es cualquier mes, cada día marca un antes y un después, y dejar atrás las vacaciones, abre el cronómetro que ya rueda hacia atrás con más fuerza, anunciando el fin de un año.

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