Imagen Juan María García Campal

Yo sí perdí las elecciones

12/06/2024
 Actualizado a 12/06/2024
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Comencé este texto a media mañana del lunes. Lo hice agridulce, buscando así como amparo en el humor irónico y avancé a más de su mitad bromeando sobre lo absurdo de la inútil jornada de reflexión electoral –¿de verdad alguien la dedicará a tal acción y efecto?– y la cínica noche y posterior mañana a las elecciones en que todos los partidos políticos parecen ungidos por el espíritu de victoria, salvo el rotundo fracaso de ese cúmulo de izquierdas al que últimamente las sumas siempre le arrojan un resto. Mas recomencé pues casi hasta yo mismo me pongo triunfante, llegando a preguntarme ¿qué podría cantar tras llevar tantos días ensayando ‘a capela’ el ‘Ya el sol asomaba en el poniente’ de Les Luthiers, en especial, su «Ya el odiado enemigo se distingue / alejándose de prisa en la llanura /… Nos pasaron por encima y nos ganaron //… ¡Perdimos! / ¡Perdimos! / ¡Perdimos otra vez!»? 

Y ahora, cuando todos repiten no ya no haber perdido –¡aquí no pierde ni dios!, que de nuevo no se presentó–, sino haber ganado y manipulan la realidad para simular sus falsas victorias, qué himno de victoria podría yo entonar cuando al mismo término ‘victoria’ le mantengo repelús, si no desde joven, casi niño, seguro que sí desde la pedagógica escena final de la película basada en la obra de Fernando Fernán Gómez ‘Las bicicletas son para el verano’ y su histórico: «Es que no ha llegado la paz…, ha llegado la victoria».

Y así, ¿me vuelvo amnésico como por voluntad o ignorancia parece se ha vuelto este país o, por el contrario, verbalizo lo que palpita en mi mente y corazón? Sí, mejor soltar lastre, que nadie pueda decir que no lo dije, escribí y firmé y, aun así, ¡ojalá yerre! Vistos los resultados de la Europa toda y cómo los valores con que fue creada y es quizás aún se puedan sustentar por más asediados que sean; vistos los resultados nacionales en los que es la extrema derecha la única que puede cantar victoria, ¿no creen que tanto las instituciones como los partidos en verdad europeístas deberían palparse la ropa y reparar en que estamos a poco, a muy poco, de que el debate político real no sea izquierda o derecha sino democracia o fascismo? ¿No parece faltar en toda Europa mucha pedagogía, educación y memoria democrática? ¿O será que, una vez más, como leo que dijo George Jean Nathan: «Los malos servidores públicos son elegidos por los buenos ciudadanos que no votan»? No sé usted, pero yo sí perdí estas elecciones. ¡Ay Europa! ¡Ay España! Vivir para ver cómo vuelve… la noche.

¡Salud!, y buena semana hagamos y tengamos.

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