Uno es muy de oler en Youtube. La verdad es que creo que es la plataforma fetén, la mejor de todas las que se han inventado a cuenta de la informática global y eso. Puedes aprender a hacer un horno de barro, una mesa de madera, a podar un árbol...; puedes aprender, también, qué es y como funciona la Física Cuántica o recibes lecciones de historia o de filosofía de una manera muy cómoda y, sobre todo, gratis. En alguna ocasión, (pocas, ¡gracias a dios!), uno estuvo con la golisma de convertirse en un ‘youtuber’, pero no lo hice, porque mi ignorancia es infinita pero no atrevida.
De todas las maneras, lo que más veo en Youtube son vídeos de recetas, porque me distraen un montón y a la vez aprendo, y de música. Todos sabemos que la música amansa a las fieras, que logra que las vacas den más leche y que las gallinas pongan más huevos, y cuándo en mi cabeza se instala la ‘dana’ de la depresión o del hastío, no hay nada que me calme más que escuchar, y ver, a los grandes directores y a las mejores orquestas, a los cantantes de mi infancia y de mi adolescencia; escuchar y ver las mejores canciones de todos los tiempos, tipo ‘Pedro Navaja’, para que la depresión aguda en la puta cabeza se disipe como una tormenta, como un mal sueño, como la más atroz de las pesadillas. Al escucharlas, al verlas, todo se vuelve paz y sosiego, lo que agradezco de veras, porque sino la cosa podría acabar muy malamente...
Estos días los periódicos se han puesto de acuerdo en hablar de la exorbitante cantidad de suicidios, (o de intentos de suicidio), que se producen en León, (estamos entre las provincias de color rojo), y en España. Son una barbaridad y afectan a todas las clases sociales y, lo que es más preocupante, a todas las edades. ¿Porqué un chaval de quince años se quiere borrar de la vida? Chico, no lo sé, pero me pone de los cohetes que siquiera lo piensen, toda vez que tienen toda la vida por delante y unas perspectivas infinitamente mejores de las que tuvieron todos sus antepasados. Y, sin embargo, lo hacen cada día con más ahínco y algunas veces lo logran. Toda la vida de Dios hubo románticos recalcitrantes que se hundían porque una chica, (o al revés), no les hacía ni puto caso; en mi juventud se solucionaba, las más de la veces, agarrando una curda cosaca, de esas que te dejan tirado en el suelo del bar y en la que los amigos te llevaban a casa y te dejaban tirado en el felpudo de la puerta. ¡Claro!, no era la mejor solución, pero si preferible a quitarte del medio, ¡va uno a parar! Al día siguiente, con una resaca del copón, querías morirte, sí, pero metafóricamente, arrepentido del ridículo que habías hecho y con la promesa, (que nunca cumplías), de dejar de beber y de fumar y de enamorarte de cualquier pelandusca que sólo buscaba hacerte sufrir. De ahí a tirarte por la ventana, de tomar una caja de aspirinas de un golpe, había un abismo que rara vez se intentaba cruzar. Uno, que en esto de la ingle siempre fue un puto desastre, actuó varias veces como el payaso el circo del que todos se reían. Pero nunca pensó, ni por asomo, en borrarse...
Volviendo a lo de Youtube... La pasión por la música clásica nació en mi y en cientos de miles de personas de mi generación escuchando un programa de RNE: ‘Clásicos populares’, que se emitía todos lo días a las cuatro de la tarde; la dirigía y presentaba Fernando Argenta, hijo del mítico director de orquesta Ataulfo Argenta, y Araceli González Campa. Duró en las ondas muchos años y me descubrió, como si fuese una revelación, que la música ‘culta’ podía ser apasionante y divertida. Hoy, cuando me encuentro en las situaciones que he descrito anteriormente, no hay nada que me vuelva a reintegrar en el mundo de los vivos que ver a Carlos Kleiber, (un puto genio que murió en el 2004 pero por el que no pasa en el tiempo en los vídeos), dirigir una sinfonía de Beethoven o ‘El ocaso de los dioses’, de Richard Wagner. O ver a Tomomi Nishimoto conduciendo a una orquesta, en la que la mayoría son machos, la Obertura 1812 de Tchaikovski. Por cierto, la Nishimoto está más buena que un pan, lo cual se agradece, porque alegra la visual. Espero que las habituales tontainas a las que oír hablar de que alguien está como un queso les parece peor que un pecado mortal, de los de siempre, se cabree conmigo. No tengo, en este caso, ganas de polemizar. Solamente digo y afirmo que Tomomi está que te cagas de buena; quién no quiera mirar, que no mire, pero os recomiendo que entréis en Youtube y me daréis la razón, sin duda alguna.
Hasta tal punto llega mi fascinación con Youtube que estoy por subir un vídeo del ‘filósofo rural sin obra publicada’, de mi nieto de cinco años y medio, en el que inventa una canción excepcional, digna de un letrista de postín. El estribillo dice, poco más o menos: «Tengo una prima súper guapa y un abuelo cabezón», por lo que os podéis hacer una idea de lo que viene a continuación. Uno, como buen abuelo, está orgulloso del chaval y haré cualquier cosa para que esta vocación temprana no desaparezca, para que fructifique, para que llegue a ser su profesión. Además, me da lo mismo que se meta conmigo y que me llame cabezón; la verdad es que tiene razón y, en estos casos, lo mejor es admitir la realidad y darse por satisfecho. Salud y anarquía.