¡Cómo es este León nuestro!… Nuestro carácter hace que se ignore e incluso se desprecie el talento de nuestros paisanos, a los que les resulta más fácil triunfar fuera de nuestra provincia que en su tierra, mientras buscamos ídolos en chorradas como el último friki que vaya a algún ‘reality show’ trasnochado en el que se enseñe algo de pezón o en alguien venido de fuera que se autodenomine ‘influencer’ y que nos diga lo bien que se come o se vive en León (a nuestra costa).
Qué le vamos a hacer, aquí pesa mucho más aparecer en redes sociales o en programas chusqueros, que ser una mujer o un hombre brillante que dirija una gran empresa o tire de una pyme con coraje. Nos gusta más eso de ver a alguien en la tele y decir «pero si a ese le vi el otro día en el Húmedo» o «si esa es la hija de Mari»…
Este es el motivo, entre otros, por el que cierto sector de la sociedad leonesa valora bien la gestión del gobierno municipal en la capital, porque, aunque León se vaya consumiendo, los jóvenes se vean abocados a trabajar en la hostelería y no se tenga ningún plan estratégico en turismo, cultura, comercio o industria, al alcalde se le ve en cualquier sarao al que se le invite. Nos conformamos con poco y exigimos poco.
En esa búsqueda de «nuevos referentes» no puede escapar la Universidad. En muchas ocasiones les he dicho que la clase política es el reflejo de la sociedad, pero la Universidad también es reflejo de la sociedad o quizá la sociedad sea reflejo de la Universidad. Ahora parece que todo el mundo vale para ser universitario y decir lo contrario es de fascistas, por lo que la Universidad cada vez se parece más a un instituto de secundaria con alumnos sin vocación, inquietudes o aspiraciones.
Tal es así, que la Universidad de León, que debería ser uno de los motores tractores de investigación y emprendimiento, en ocasiones termina adoleciendo de los males de la sociedad y busca ejemplos a seguir para nuestros jóvenes en personajes a los que nombrar doctores Honoris Causa y que se cuelan de forma vergonzosa en el cuadro de honor entre gente excelente de sobrada reputación.
Honoris Causa significa «por causa de honor» y se otorga a aquellas personas que hayan contribuido de forma especial en algún campo científico, profesional o comunitario. En la Universidad de León hay en la actualidad 57 doctores honoris causa entre los que llama la atención el caso de José Luis Rodríguez Zapatero, salpicado (por no decir empapado) por la colaboración con la dictadura venezolana y su silencio tras las elecciones fraudulentas en Venezuela.
Este mismo año la Universidad de León ha retirado el Honoris Causa al ministro de educación franquista José Ibáñez Martín en base a la Ley de Memoria Democrática y quién sabe, si no tardando mucho, alguien tendría que solicitar que también se le retire dicho honor a Zapatero en base a la lucha por la democracia en Venezuela, la defensa de los Derechos Humanos, la dignidad y el honor.