ni el onda con sus rumores, ni con sus brillos los astros,
lo dicen, pero no es cierto...»
(Rosalía de Castro)
Me he permitido comenzar el artículo de hoy con estos versos de Rosalía de Castro, a pesar de ser gallega y no leonesa (a quienes está dedicada esta sección), porque siempre que pienso en la presencia de la Naturaleza en la Literatura, especialmente en esa unión que el ser humano siente con ella (pues de ella forma parte) y que tantos poemas y tantos renglones ha inspirado a lo largo de la Historia, me vienen a la cabeza precisamente estos y no otros. Tampoco la tierra que la vio nacer y la inspiró está tan lejos de la nuestra y sus paisajes, ni esa comunión que ella sentía pasa desapercibida para muchas de nuestras escritoras, antes al contrario, es común a muchas de ellas. Y de entre todas, y muy especialmente, para una de ellas con la que hoy vuelvo a ocupar esta sección: Felisa Rodríguez (Noceda del Bierzo 1912- 1998). En plena Feria del Libro de León, y teniendo como telón de fondo la conmemoración del Día de la Biodiversidad, que se celebra cada año el 22 de mayo a instancias de la ONU, no he podido resistirme a la tentación de hacerla de nuevo protagonista. Y es que si bien no es la única que manifiesta entre nuestras letras esa particular comunión con la naturaleza, sí es quien la lleva un paso más allá, reivindicando desde sus publicaciones nuestra inevitable dependencia de la misma, poniendo el acento de nuestra equilibrada permanencia con el medio en el respeto a una biodiversidad que –desde que ella comenzó su humilde cruzada por hacerlo ver– sigue siendo tan machacada por los intereses humanos que ha necesitado de la llamada internacional de la ONU para que no olvidemos su fragilidad y, con ella, también la nuestra como raza humana.
¿Y por qué hablar de Felisa Rodríguez en relación a una fecha como esta? Apenas nos hace falta echar un vistazo a los títulos de muchos de sus libros para darnos cuenta de ello, máxime si entramos en los correspondientes índices de los mismos: títulos como ‘El libro de las maravillas’, ‘El hombre de los aguzos’, ‘Por selvas y jardines’ o ‘De pie muere el arbolado’,...; poemas como «¿Quién te secuestra, campana, para que no toques a fuego?», «¿Los pájaros y yo dónde haremos el nido?», «A Fauna y Flora, ultraje repetido», «Milagro del pino quemado», «Quien quema el bosque quema su propia vida», «Biografía del peral», ... y tantos y tantos otros.
![Felisa Rodríguez recitando.](https://www.lanuevacronica.com/uploads/static/la-nueva-cronica/migration/imagenes/tinyMCE/CULTURAS/2022/felisa_recitando_24_05_22_web.jpg)
![Portada de uno de sus libros.](https://www.lanuevacronica.com/uploads/static/la-nueva-cronica/migration/imagenes/tinyMCE/CULTURAS/2022/portada_felisa_24_05_22_web.jpg)
«...Nos cegó doliente pasmo
viendo que el edén soñado
es paraje de esqueletos
que el fuego había calcinado...
...Quemados y de pie, rezan los pinos
una plegaría trágica y morena,
con la sangre sin pulso en cada vena
cruz de clavos y lanza , sus destinos...»
Volviendo a los versos de Rosalía con los que comenzaba el texto, a Felisa Rodríguez también le hablaron durante toda su vida, las plantas, las fuentes, los pájaros,..., el bosque que se quemaba, las ruinas que se escondían en los campos, los ríos, los lagos de su tierra...; lo bueno y lo malo que todos esos elementos dejan marcados (a veces como si a hierro y fuego fuese) en el devenir de nuestras vidas. Antes de estas líneas, para recordarla, el día del Agua, de los Bosques, de la Tierra, de la Biodiversidad,...; después, el Día del Medio Ambiente. Rescatar de entre los libros lo que nos han dejado dicho quienes (aún cuando no existían como tales en el momento en que escribían) tan cerca se han sentido de los motivos que han provocado la aparición de los mismos, siempre es una buena opción para la reflexión y el crecimiento personal. Hoy, pues, una pincelada de lo que al respecto nos dejó esta insigne berciana a la que nunca es tarde para recuperar.