20/04/2023
 Actualizado a 20/04/2023
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El domingo pasado por la tarde estaba uno echando un vistazo al periódico digital de La Nueva Crónica y quedé anonadado con una de las noticias que publicaba: «la provincia de León es la segunda de España en el ránking de relaciones sexuales por habitante». Me quedé tonto al leerlo; pero tonto del todo, más aún de lo habitual. ¡Somos los segundos de España que más follamos!, una heroicidad, un mérito inenarrable, una demasía..., que me cuesta creer. El estudio lo firma la ‘Academia Erótica Diversual’, que sólo con ese nombre da que pensar. Si lo hubiera realizado el CIS de la voz de su amo, o ‘Inteligencia británica’, como hace con todas las noticias de la guerra de Ucrania y que publican todos los periódicos apesebrados de este país, tendría un pase y, por supuesto, sería mucho más creíble. Aún así, que estemos en el pódium, en el segundo escalón después de La Rioja, tiene mucho mérito. Follar no es fácil; hay que perder tiempo en buscar con quién, convencerlo (a), buscar un sitio apropiado para hacerlo y acercarse a la farmacia de guardia a comprar condones, ese invento demoníaco que nunca tienes en el bolsillo cuando lo necesitas. El lugar de la hazaña cuenta mucho; no es lo mismo follar en un coche o en un descampado, a merced de la helada, que en una cama, con la comodidad y el erotismo que tiene una cama. No es lo mismo un kiki de aquí te cojo aquí te mato que uno pensado, con sus prolegómenos, con su copa de champán, con sus besitos y eso, que hacerlo debajo de la escalera del piso dónde vive la contraria, (o), en unas posturas que ya querría para si el ‘kamasutra’.

Además, estamos hablando de ‘medias’, ese invento de la estadística. Es como cuando dicen en los papeles que el sueldo medio de un país, o de una provincia, está en mil cuatrocientos pavos. Ya, ya, entre mi jefe y yo los cobramos. Sólo que él atropa tres mil y yo no llego a mil ni de coña. ¿A quién entrevistó la Academia para elaborar el estudio? Porque si pregunta a mi o a mis amigos, todos en edad provecta y la mayoría jubilados de la mina, (y de la ingle), sería descorazonador y muy poco significativo. Si lo hicieron con chicas y chicos de veinte a treinta, por supuesto sería mucho más creíble. Y si había muchas más doñas en el estudio, las cifras se dispararían. A ver: siempre les resultó mucho más sencillo follar a ellas que a nosotros. Ellas, ¡cuitadas!, pueden escoger entre los moscones que las acosan: nosotros, no. En muchas ocasiones, en la mayoría de las ocasiones, los chicos estábamos a la caída, conformándonos con lo que, a última hora, quedaba: las feas, las cojas, las bizcas, las idiotas de nacimiento o las que tenían verdadera necesidad de follar y se conformaban con cualquier patán que se presentase. El furor uterino nos salvó a muchos de llegar a casa y ejercitarnos con una alemana antes de dormir. En aquella época sobrevalorada de la juventud, entre los chicos solo pillaban cacho siempre los Ádonis, los buenorros tipo Bosé; y era uno en cada pandilla...

Follar es una cosa muy seria que no se puede tomar a cachondeo. Follar implica afinidad, empatía y, sobre todo, ganas de pasarlo bien. Si fuésemos monos, gorilas o así, sería nuestro Entretenimiento, con mayúsculas, preferido. Pero somo hombres, (en genérico), mucho más complicados que ellos y nos encanta el fútbol, leer, ver series en la tele, subir montañas o hacer bricolaje en casa. Con todas estas distracciones, nos olvidamos de que follar es lo más importante; cuando lo hacemos, aunque sea con condón, en nuestros más profundos recuerdos animales, sabemos que estamos intentando perpetuar la especie. Traer hijos al mundo, es nuestro más imperecedero legado, ese que recibimos cuando dejamos los árboles y nos aventuramos por las eternas sabanas africanas. Ahora, en esta época descerebrada y tumultuosa que nos ha tocado vivir, casi no tenemos ni tiempo para hacerlo. El estrés de la vida hace que, en muchas ocasiones, aún siendo jóvenes, ni se nos levante. Es lo que da de fruto el capitalismo salvaje que nos acosa y que hace que seamos infelices aunque cobremos cinco mil euracos al mes.

En fin, a lo que es importante: somos los segundos de España que más practicamos el maravilloso deporte del folleteo. Es para estar orgullosos, a pesar de todos los pesares. Sabiendo que solo nos gana la Rioja, tierra de vinos excelsos, podríamos sacar la conclusión, sin duda acertada, de que el invento de Noé ayuda mucho, como ‘antipasto’, a la hora de follar. Y como aquí, en esta tierra, nos sobra vino cojonudo, lo hemos aprovechado para alcanzar el podium y ser lo segundos. Está claro que después de tres o cuatro vinos, nos desinhibimos y dejamos aflorar nuestros más profundos sentimientos; y, entre ellos, ¡claro!, el primero es la fornicativa. Esta regla, aunque general, a algunos no nos funciona, porque, con tres copas, no conseguimos levantarla ni con una grúa de Durruti, el de Salud y anarquía.
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