Imaginémonos una carretera perdida en el tiempo, internándose en una montaña cubierta de robles gigantescos, verdes helechos y una generosa y variada frondosidad; donde el silencio se rompe solo con los sonidos casi olvidados de la naturaleza en estado puro y el ronroneo de tu vehículo como un elemento extraño rompiendo esa armonía. Imaginémonos… Si trazásemos una línea recta entre la A-6 que acabamos de abandonar a poco de pasar Villafranca del Bierzo y el lugar que nos espera, serían apenas unos kilómetros los que nos separasen de nuestro destino final: Busmayor; el lugar del que partiremos camino de su hayedo por un paisaje que incita a la leyenda, entre árboles centenarios, arroyos cantarines que se deslizan deshaciéndose en sugerentes cascadas y un diálogo de juguetón de luces, sombras y sonidos ancestrales.
Hoy toda esa paz, todo ese silencio se ve alterada por la alegre algarabía de gaitas y tambores que preceden a un amante grupo de la poesía que se adentra en las entrañas del bosque hasta el lugar donde, hace ya una década, se erigió un pequeño monolito que ya es conocido en todo el panorama nacional como «la piedra de los poetas», tal vez la única de estas características existente en toda España.
Supongo que a estas alturas del relato muchos de los lectores habrán descubierto ya que estamos hablando del hayedo de Busmayor, en el berciano municipio de Barjas (en la localidad también de Busmayor) , y que el evento al que nos referimos es ‘Versos en el hayedo de Busmayor’, una de las citas más prestigiosas de nuestra provincia, que este año ha llegado a su XI edición, de la mano de una no menos prestigiosa poeta, Carmen Busmayor, quien desde su comienzo se encarga de coordinar la cita año tras año.
‘Versos en el hayedo de Busmayor’ da comienzo cuando, en la primavera de 2009, Carmen Busmayor (quien adopta este nombre para su carrera literaria precisamente por la profunda unión que siente con este lugar que la vio nacer) decide presentar su entonces último poemario, ‘Historias de la fatal ocasión’ (un libro dedicado a un importante número de escritores suicidas), en el hayedo de Busmayor, en un acto pensado para que sirviera de fusión entre poesía y paisaje y en el que habrían de acompañarla un importante grupo de amigos, como Manuel Cuenya, Fermín López Costero, Ester Folgueral, Rafael Saravia, Raquel Lanseros o Tomás Néstor Martínez, muchos de los cuales repetirían presencia, de una u otra forma, en las siguientes ediciones. Para poder llevar a cabo dicho encuentro en el mes de agosto, la poeta se pone en contacto con el alcalde del municipio a quien no solo entusiasma la idea, sino que no duda –a igual que la Junta Vecinal de Busmayor– en prestarle todo su apoyo.
El acontecimiento, lejos de quedar en el ámbito más cercano a la escritora, logra una interesante respuesta de público, hasta el punto de que es en ese momento que se toma la decisión de intentar convertir el acto en un encuentro anual, bajo la coordinación siempre atenta de la propia Carmen Busmayor y el apoyo de ayuntamiento y junta vecinal, que continúan volcándose en el mismo sin faltar un solo año desde entonces, incluso con la presencia del propio alcalde que nunca ha faltado a la cita en todo este tiempo y que al año siguiente toma la iniciativa de colocar, en el lugar elegido para el acto, el monolito que –además de la propia imagen del hayedo– se ha convertido en el icono de referencia del mismo.Han sido, desde aquel primer encuentro en torno a los versos de Carmen Busmayor y la memoria de los poetas suicidas, un total de once ediciones poéticas a las que han acudido como invitados en torno a cuarenta escritores (algunos de los cuales repitiendo presencia en sus diversas convocatorias) provenientes de todo el panorama poético español, a los cuales he tenido el privilegio de sumarme este año junto a Alfonso Martínez, Antonio Manilla, Marina Díez y Juanmaría G. Campal, participantes todos que este año presentábamos la peculiaridad –junto a la propia coordinadora- de unir a nuestras letras poéticas las llevadas por el campo de las colaboraciones periodísticas en distintos medios y con distintos temas. La cita, ya definitivamente instaurada su celebración para los segundo sábados del mes de agosto, con el fin de concitar también la presencia de los vecinos que habitualmente están fuera, cuenta con el apoyo de un importante número de seguidores que esperan con ilusión cada nuevo encuentro, algunos llegados desde lejos, y que ven premiada su fidelidad con la mimada atención que cada año les dispensa la organización. Y aunque hay que reconocer que el mayor esfuerzo para conseguir que este evento siga adelante lo hacen desde el principio el propio pueblos y su ayuntamiento, su coordinadora no quiere olvidar:– La fiel colaboración, hasta 2011, del Ministerio de Cultura a través de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas (con el leonés Rogelio Blanco al frente) que tanto hizo por la difusión y el apoyo a la literatura de y en nuestra provincia. – El instituto de Estudios Bercianos (IEB) que, con su presidenta Mar Palacios al frente, ha apoyado el encuentro desde el comienzo.– Además de la puntual colaboración del Servicio de Cultura de la Junta de Castilla y León (cuando contó al frente del mismo con el berciano Jesús A. Courel) y del Consejo Comarcal del Bierzo, ambas en la II edición (2010) coincidiendo con el 1100 aniversario de la creación del Reino de León. Pero los verdaderos protagonistas, quienes verdaderamente han hecho crecer el acto, han sido precisamente, a entender de Carmen Busmayor, los poetas que año tras año acuden altruistamente al mismo desde distintos puntos de la geografía española, y a los que se ha ido sumando, en una segunda parte, la participación del propio público a modo de micro libre, con la lectura de un único poema propio o de cualquier otro autor. Se crea así una vinculación entre ambas partes que llenan de versos y de comunión poética este magnífico espacio natural donde el tiempo parece detenerse y el mundo convertirse en un reino donde habita la palabra por sobre todas las cosas hermanando diferencias por un rato. Y si el año pasado se llegaba a la celebración, dentro del recorrido de estos singulares encuentros, de su décimo aniversario con dos peculiaridades al respecto: una reducción de los poetas invitados por poder contar por fin con la presencia largamente esperada del villafranquino y premio nacional de poesía, Juan Carlos Mestre, que estuvo arropado por Rafael Saravia y la propia Carmen Busmayor; y un micro abierto especialmente dedicado al fallecido Fermín López Costero, que varias veces había participado en estos actos. Tras este paréntesis en el formato habitual de los encuentros; este año se retomaría la fórmula de los varios poetas invitados, encuentro que contó como sorpresa añadida con el regalo de que todos los presentes –lectores o no– pudieron llevarse a casa un libro, como recuerdo del acto.Y así cuando la tarde comenzaba a decaer y el sol perezoso iniciaba su marcha hacia el ocaso, la comitiva literaria comenzó también su retorno hacia la aldea (como por allí gustan llamar cariñosamente a sus pueblos) donde la música acompañaría el yantar con el que reponer las fuerzas gastadas en el camino. Detrás de sí quedaron sin duda, flotando hasta un nuevo año en la umbría del hayedo, retazos de los poemas leídos mientras los poetas a buen seguro se llevaron consigo la impronta de su luz, los sonidos del agua, del viento entre las hojas, de la vida que palpita en cada recoveco, quien sabe si para tejer a través de ellos nuevos versos.
El lugar
El hayedo de Busmayor puede considerarse como uno de esos rincones del Bierzo (hay también otros en diversos lugares de la provincia) capaces de dejarnos un recuerdo indeleble a través de las sensaciones grabadas en nuestra retina, uno de esos lugares que parecen hechos adrede para trasladarnos a un mundo de cuentos y leyendas donde los seres mitológicos parecen acechar desde detrás de las rocas, bajo las cortinas de agua de sus cascadas o desde las copas de los árboles, escondidos entre las hojas.
Hay otros hayedos más grandes en otros lugares, pero este encierra unos saltos de agua espectaculares que lo hacen singular. Siguiendo un recorrido circular que nos lleva por Busmayor – Arroyo de la Valiña Granda – Frevencia do Beiro – Cova da Raposa – Piedra de los Poetas – Frevencia de Arriba – Frevencia de Abajo – Cova de Veiga Cimera – Busmayor, cuenta con una distancia de aproximadamente seis kilómetros y medio con un desnivel de 364 metros y una dificultad entre media-baja, lo que hace la ruta asequible para mucha gente aunque se hace relativamente costosa para personas no acostumbradas a caminar por el monte. Acebos, abedules, capudres, robles, hayas, e incluso un pequeño bosque de avellanos, forman parte de este singular hayedo en el que las cascadas que lo recorren suponen uno de sus mayores atractivos, junto al cromatismo que esa mezcla de variedades arbóreas nos ofrece.
A raíz de la celebración de Versos en el hayedo de Busmayor este paisaje ha pasado de entre doscientos a trescientos visitantes anuales a los cuatro mil- cinco mil que tiene en la actualidad. El lugar (que acoge «la piedra de los poetas» hacia la mitad de su recorrido) merece sin duda la pena en cualquier época del año, aunque es de desear que no lleguen nunca a la masificación.