No sé si a la política española se le puede aplicar el mismo mantra que a la vacuna Astrazéneca, afirmando que los beneficios que aporta son mucho mayores que sus posibles riesgos, pero viendo las últimas estrategias, si es que se les puede llamar así, permítanme que lo ponga en duda. Quizás sea fruto de una paranoia, pero tengo la sensación de que en algún momento nuestra realidad se ha desdoblado, dando lugar a dos mundos paralelos que se mueven por necesidades e intereses totalmente antagónicos. Es la única explicación que justifica los últimos comportamientos de la clase política, cuando nuestro país está siendo víctima de una pandemia, que no sólo se está llevando por delante decenas de miles de vidas, sino que está haciendo tambalear muchos de los principios de nuestra sociedad.
Lo más indignante es que sin disimulo alguno intentan hacer un número barato de escapismo y de esta manera huir y desencadenarse de sus verdaderas responsabilidades. Pero no están solos, no seamos cínicos, cuentan con la complicidad de muchos espectadores que como autómatas aplauden y tuitean a sus magos preferidos. Mucho se ha hablado de la búsqueda de la inmunidad de rebaño para dejar atrás la pesadilla real de la covid-19, sin darnos cuenta de que somos víctimas de una inmunidad de rebaño a la hora de aceptar los desmanes y egoísmos partidistas de algunos ‘miembros y miembras’ de nuestra clase dirigente.
Todos sabíamos las frutas y verduras que nos regala la huerta murciana, pero por lo visto no todos los productos de allí son de primera calidad. Es más, el olor pestilente a podrido originado en esas latitudes ha provocado alguna que otra indigestión y vómitos políticos en otros puntos de la geografía española. Nunca se sabrá si los urdidores de las traiciones en una u otra dirección eran conscientes de las posibles reacciones en cadena, pero me da la sensación de que pocos esperaban la existencia de tantos agentes dobles. Estos provocaron en horas giros inesperados de una trama que, acabe como acabe, ya tiene unos perdedores, la población de Murcia y la credibilidad de nuestra política. Lo más ejemplarizante es presenciar las acusaciones mutuas de compra de voluntades y de incentivar el transfuguismo, haciendo gala de una amnesia preocupante. No nos equivoquemos, tránsfugas ‘haberlos haylos’ y de todos los colores. Muchos son los que ya habitan en las hemerotecas, las que sin duda alguna irán acogiendo nuevos inquilinos con el paso irremediable del tiempo.
A priori parece ser que el zumo de naranjas murcianas exprimido por aprendices de estrategas al que peor digestión le va a hacer es paradójicamente al partido naranja. Corre el riesgo de convertirse en ‘Invisible’, título por cierto de una canción de Malú. ¿Premonición o casualidad? No me atrevo a responder. Una cualidad, la de la invisibilidad política, que también acecha a los funambulistas Díaz Ayuso y Pablo Iglesias, tras subirse voluntariamente a una cuerda tan tensa que el día 4 de mayo sabremos si se romperá y llevará a uno o a ambos de cabeza al suelo, aunque tampoco se extrañen que ya tengan preparada una red para desplegarla si es necesario y así amortiguar el impacto.
Cuando todos, sin excepción, deberíamos estar actuando en el mismo espectáculo, que no es otro que el de intentar salvar vidas y a la economía, hay quienes sus ansias insaciables de poder y de codicia les hacen habitar en un mundo paralelo, en el que sólo importan sus circunstancias personales y las de sus partidos. No soy optimista, pero ojalá algún día nuestra política deje de tener tantos efectos secundarios.
Política Astrazéneca
18/03/2021
Actualizado a
18/03/2021
Comentarios
Guardar
Lo más leído