Ha querido el poeta José Luis Puerto —reciente Premio Castilla y León de las Letras—, en esta reunión de poemas de Antonio Colinas para la editorial Renacimiento, conducir al lector no por "la escondida senda" de la que hablara Fray Luis de León —aquella por la que se fueron los pocos sabios que el mundo han sido—, sino por la invisible, anunciándole así en buena medida lo que va a encontrar en las páginas de este libro.
Puerto, para presentar a Antonio Colinas en el contexto adecuado, parte de un esquema esclarecedor sobre la poesía española contemporánea que estableció Juan Ramón Jiménez, quien afirmaba que las dos grandes preocupaciones de esta habían sido, por un lado, la metafísica de Unamuno y, por otro, la estética de Rubén Darío y que el milagro de aunar ambas se había producido en la figura de Antonio Machado. En esta sinergia portentosa incorpora Puerto a Colinas sosteniendo que añade una "honda preocupación moral".
La raíz de la poesía de Colinas está para el antólogo en el modernismo en cuanto a estética, sonoridad o musicalidad; pero se extiende hacia el simbolismo francés y el romanticismo europeo, sin olvidar la ramas subterráneas de la gran poesía castellana. Están muy presentes en la obra del autor Virgilio, Dante, Petrarca, San Juan de la Cruz, Hölderlin, Novalis, Leopardi, Rilke, Jung, Mircea Eliade, la mística oriental, María Zambrano o Vicente Aleixandre.
Este volumen, de poco más de doscientas páginas, asume el reto de condensar una obra de más de cincuenta años de actividad poética creadora que consta de más de mil. Contiene piezas de los libros 'Preludios a una noche total', 'Truenos y flautas en un templo', 'Sepulcro en Tarquinia', 'Astrolabio', 'Noche más allá de la noche', 'Jardín de Orfeo', 'Los silencios del fuego', 'Tiempo y abismo', 'Desiertos de la luz', 'Canciones para una música silente' y cinco poemas inéditos.
Los poemas más conocidos aparecen en esta selección, por ejemplo el del legionario romano que mientras muere en Hispania manda grabar en su tumba un verso de Virgilio que a su vez muere también en Bríndisi, el de Casanova viejo trocado en bibliotecario o el que dedica a la Simonetta Vespucci de Botticelli como Venus que nace en Florencia. Cada lector que conozca la obra de Colinas en toda su extensión echará, qué duda cabe, en falta algunos como yo 'Fiésole' o aquel en el que va a ver al poeta Ezra Pound cuando ya no habla a nadie en una calle sin salida de Venecia.
Encontramos, como uno de los pilares de su obra, el largo poema 'Sepulcro en Tarquinia' y cabe destacar el titulado 'Fe de vida', en el que da forma al deseo de fusión con la naturaleza despreocupándose de las ideas, apartando el saber por el ser, dando valor así a la poesía como parte de una experiencia de vida cuyo ideal será la armonía.
Para José Luis Puerto en la obra de este autor hay un vuelo sobre la memoria, la vivencia, la experiencia y la cultura en el que se fusionan lo clásico y lo romántico, alejado siempre del prosaísmo. Ese vuelo le lleva a contemplar, expresar y vivir algo que no se ve, algo invisible, que está en lo vivo y a veces en lo pasado, pero no está muerto, y que, trasladado a los versos, parece que está siempre a punto de nacer.
Por invisible senda
Apararece 'Por sendero invisible', "antología esencial" de Antonio Colinas con selección de poemas y prólogo de José Luis Puerto
04/05/2019
Actualizado a
19/09/2019
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