11/02/2023
 Actualizado a 11/02/2023
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Por principios debe haber finales. Pero eso sí, unos finales a tiempo y en forma. Elegir el momento de la despedida es mucho más difícil que afrontar los inicios de cualquier etapa. De nada vale que el camino haya sido exitoso, si a la hora de la verdad no sabes irte en el momento adecuado y con la misma humildad y honradez con la que llegaste. Es muy habitual que con el paso de los años uno pierda la noción de la realidad y caiga en la tentación de algo que inició para servir a, se convierte en servirse de. Por esta razón siempre he sido un firme defensor de que nadie debería perpetuarse en un cargo de representación, ya sea público o privado. Una visión empírica del pasado más reciente y presente de nuestra sociedad nos arroja demasiados casos de cómo el poder, la relevancia social o el dinero hacen que personas pisoteen valores morales y éticos con un solo objetivo, no decir adiós.

Por principios, esta semana he dejado mi cargo de presidente de la Asociación de Periodistas de León tras ocho años de dedicación plena a la defensa de la profesión. Una responsabilidad que ahora recae en Vanessa Silván, a la que deseo toda la suerte del mundo. Ocho años son suficientes para que uno intente dejar su impronta y se vacíe mental y físicamente en defender la causa por la que decide un día dar un paso adelante. ¿Podría haber tomado la decisión de seguir otros cuatro años más? Claro que sí. Pero entonces estaría traicionándome a mí mismo y convirtiéndome en aquellos a los que desde esta misma columna tanto critico.

Mentiría si no reconociera que he sentido pena al tomar la decisión y me han venido a la cabeza algunas ideas o proyectos que tenía en mente para llevar a cabo, pero ahí está el peligro, que siempre podrás encontrar excusas para aferrarte a ese puesto y no permitir que otros compañeros tomen el relevo, traigan aire fresco y nuevas ideas. Por esta razón, me voy con pena pero feliz por el trabajo realizado y por haberme mantenido fiel a mis principios, entre los que también se encuentra el ser agradecido.

Gracias a los que me han acompañado en este viaje apasionante. Gracias a los que me han felicitado por mi trabajo. Gracias a los que durante estos años me han hecho crecer con sus críticas constructivas y me han ayudado a identificar mis errores. Gracias a los que me han criticado sólo impulsados por su inseguridad, envidia y bajeza moral, ya que recibir críticas e insultos de ciertos personajes es una medalla que se debe lucir con honor. Y cómo no, gracias a quienes me han inculcado los principios que me han ayudado a elegir este final.
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