El éxito de la banda lleva a uno de sus componentes –sensación probablemente compartida por los dos restantes– a mirar los inicios del grupo «con algo de morriña por un lado», confiesa Ruly, para quien «todos los recuerdos son buenos porque al fin y al cabo es una cosa bonita poder dedicarte a esto al cien por cien. Es verdad que miras hacia atrás y recuerdas cuando te ibas cuatro días de gira y el lunes tenías que reincorporarte al curro con cierta resignación. Ahora por suerte la cosa ha cambiado y todo aquello hoy lo recuerdas con mucho cariño, como nuestra primera actuación en León en el Studio 54 cuando estábamos empezando y a la que apenas acudieron 60 personas. En este sentido hemos ido ganando seguidor a seguidor en las salas de las diferentes capitales en las que hemos actuado».
Ruly cree que en esta más de una década transcurrida desde la irrupción de Sidecars en la escena musical han sabido preservar sus señas de identidad que no son otras que las canciones. «Nosotros siempre decimos que lo importante son las canciones y eso lo seguimos manteniendo. En el escenario nos gusta mantener una onda de rock and roll, otra cosa es que las canciones, a la hora de montar el repertorio para un disco, te puedan llevar por otros derroteros, pero sobre el escenario siempre intentamos darle ese aire de rock», declara el batería del grupo, que destaca la facilidad para componer de Juancho, responsable de las letras y buena parte de la música de las canciones del grupo. «Hay canciones que han surgido en la misma furgoneta que nos lleva de gira a una ciudad y otras que se han compuesto en habitaciones de hotel o de vacaciones en la playa», señala.
Tras el éxito logrado por el recopilatorio en vivo ‘Contra las cuerdas’ Sidecars afrontó el reto de crear el que ha sido calificado como su disco más maduro y visceral, que reúne canciones sinceras con relatos personales y trabajadas musicalmente con gran acierto. «El éxito de la gira de ‘Contra las cuerdas’, que se alargó más de lo esperado, supuso que todas las canciones que ya había preparadas para entrar al estudio de cara a la grabación del nuevo disco se multiplicaran por cinco. De repente nos juntamos con treinta canciones para elegir. Por suerte esta vez hemos podido dedicar más tiempo a la grabación y hemos hecho el disco que llevamos queriendo hacer toda la vida y de la manera que deseábamos hacerlo», confiesa Ruly, que reconoce que en el caso de ‘Cuestión de gravedad’ les ha salido un disco un poco conceptual, «que es como el diario de una relación. Las trece canciones que componen el disco hablan de una relación, desde el momento de mayor felicidad en que todo funciona bien hasta el momento en que empiezan las discusiones o el momento en que se va todo al garete. Es la primera vez que todas o casi todas las canciones del disco tienen un hilo conductor y esto hace que se trate de un trabajo muy diferente al anterior», sostiene Ruly, que a la hora de llevarlas al directo han concebido el show como un todo. «Otras veces era más una sucesión de canciones que íbamos colgando según nos venían, pero en la gira de teatros que hicimos con el anterior disco aprendimos a concebir el show en su conjunto, donde los tiempos están muy medidos, así como el tipo de canción según qué sitio del repertorio», señala el batería de Sidecars.‘Cuestión del gravedad’ es el disco del que los integrantes del grupo madrileño se sienten más satisfechos y que representa un punto de inflexión en su trayectoria profesional. «Pensamos que es la manera en que vamos a hacer los discos a partir de ahora y queremos que así sea», reconoce Ruly. «Evidentemente cuando la banda es pequeña todo funciona más a salto de mata, tienes que tomar las decisiones muy rápido, dispones de menos tiempo en el estudio, menos tiempo de producción incluso. De hecho implica también que saques el disco y a la semana siguiente ya estés empezando a girar sin dar tiempo a la gente a que se aprenda las canciones. Pero no ha sido este el caso, todo ha ido muy pausado. Hemos tenido un montón de tiempo de preparación del disco en Madrid, en el local, hemos tenido ensayos en un estudio aquí en Madrid y luego nos hemos ido al campo, a La Casa Murada donde nos hemos tirado tres semanas grabando el disco. Como punto de inflexión nos parece cojonudo. Ojalá que podamos mantener este nivel de exigencia para los siguientes trabajos».