¿Qué diría, mejor qué escribiría, don Gregorio y levantara la cabeza y viera que tenía que asentar en su libro de entierros a Francisco Franco Bahamonde por mayor ocurrencia, no suya, sino de doña Agustina alcaldesa, que así lo ha solicitado?».
Y es que el pueblo —bueno, la alcaldesa, no sé si contando con alguien más— que quiere recibir los restos de Franco ya era famoso por tener en su cementerio, bonito y muy cuidado, las lápidas con los nombres más extraños que lugar alguno exhiba, nombres que antes fueron inscritos en el libro de nacimientos y llevaron en vida cómo pudieron gentes como Prosdócimo, Zenón, Suzgarda, Eustarofila, Brinolgo, Salaverga, Mamerto, Sabacia, Nanfranciona, Rachanacario o Buenayunta, por citar algunos, que hay muchos más, a decenas.
Llamó a una niña Uadarga Udulia Ubalda para que los tres nombres empezaran por U ¿Se volvieron locos los padres? Más bien no, tuvieron durante décadas un cura muy singular, don Gregorio Ferreras, que no les concedía el privilegio de ser ellos quiénes elegían nombre para sus hijos y lo hacía el cura en su lugar. Vaya usted a saber de dónde los sacó. Ni uno solo es medianamente normal, aunque vaya en descargo de Buenayunta que hay también un hermano al que bautizó como Buenhijo, aunque le añade un segundo nombre que lo mata: Varado.
Y la cosa empeoró cuando se vino arriba y comenzó a poner dos, tres y hasta cuatro nombres, sin ninguna misericordia, y llamó a uno Plutarco Heraclas Anecto, por ejemplo; y hasta se permitía hacer juegos y que comenzaran todos con la misma letra: Udelgota Uadagarda Udulia Ubalda se llamó en vida una buena mujer.
La lista podría llenar este reportaje pues fue párroco de Cubillas durante 51 años, de 1858 a 1909. Pero tenía otras peculiaridades Gregorio de Ferreras, como no se podía esperar de otra manera en quien así bautizaba.
Tenía una clara tendencia a asentar todos los actos que realizaba con una prosa rimbombante en el detalle más anecdótico como podía ser la hora de nacimiento, según recoge Fabián Castaño en su ‘Historia parroquial de Cubillas de Rueda’: «Al amanecer, al salir el sol, a las voladas del sol, al primer canto del gallo, de día claro...» o haciendo juegos de palabras: «Por la tarde ya tarde de tarde al concluir la tarde; en la noche de ayer a hoy ya rato de noche; el día anterior ya tarde al cantar los gallos la primera vez; entre las diez y las once según me dijo su padre que marcaban las estrellas; cuando salieronlas tres marías»... incluso al poner el nombre del pueblo: En un lugar de Cubillas de Rueda del Almirante de Castilla.
Tanto se vino arriba que el propio Obispo le pidió «que exprese la hora de nacimiento» y punto.
También le pide que no se permita «cualificación alguna respecto a las circunstancias de los padres y se acomode al boletín del clero». Y es que con los padres también «se lucía».
- Era una pobre muchacha y muchacha pobrea la que casaron con un viejo. En ese momento el padre tenía 71 años y la madre 28. Al año siguiente murió el viejo... padre».
- Abuelos paternos los paternos de su madre. Es decir, un tío que se había casado con una sobrina carnal.
- Fueron testigos casi todos mis feligreses, porque estando reunidos para rezar el rosario sobrevino a la niña un apurón que los padres y asistentes temieron por su vida y fue preciso bautizarla antes de rezarla.
- Un niño que nació el primer día de la semana actual y último del año anterior durante la misa popular que celebré a San Silvestre (parece un acertijo para decir que era el día de Nochevieja).
De una defunción: "Andaba algo delicada y cuando se dieron cuenta estaba en la eternidad" La documentación que Fabián Castaño maneja sobre el famoso Gregorio de Ferreras abarca todos los aspectos de sus actividades, por más que el obispo le reconviniera no parece que el cura fuera capaz de encarcelar su florida prosa y está presente en documentos de todo tipo y en circunstancias tanto felices como dolorosas. «Andaba algo delicada y cuando se dieron cuenta estaba en la eternidad», escribe de una muerte súbita; y del abuelo del señor Aitalas explica: «De más de 70 años cuando estaba preparado para marchar a arar, le acometió... y murió».
También es original a la hora de expresar las causas de la muerte: «Murió del carbunco o falleció de ataque caducos, sin molestar al médico ni hacer gasto al boticario».
Lo que no se le puede negar a Ferreras es que con sus aficiones literarias dejó multitud de datos para los estudiosos de aquellos 50 años que ejerció en Cubillas, aunque él era natural de Valdealiso. Por ejemplo en los oficios y situación económica: «Labradores bien acomodados. Jornaleros. Buenos labradores pobres. Labradores de poca tierra. Labradores aplicados, ingeniosos, morigerados. Labradores pobres pero honrados. Famoso pastor. Ejercen el oficio de labradores para mantenerse con el sudor de su rostro. Tratante de géneros alimenticios. Tratante de géneros de comer y lucir». E incluso crea grados de pobreza: «Pobres de solemnidad. Pobres de gran solemnidad. Pobres de mayor solemnidad» o «no testó porque su caudal ascendía solamente a una cantidad negativa».
Enrevesado como era no podía dejar pasar la oportunidad del trabalenguas en un entierro de un vecino llamado José, con un hijo del mismo nombre y enterrado por un cura cercano llamado don José. El 19 de marzo: «Pagose este funeral de José el día de San José, por José el heredero de José, menos las cantidades que corresponden a don José, que quedan a cuenta del dicho José, como también la sepultura de José».
En fin ¿Qué escribiría de Franco? Aunque llamándose Francisco a buen seguro que no le activaba las musas.
Sabacia, Nanfranciona, Rachancario, Eustrofila, Buenayunta... y ahora Franco
Cubillas de Rueda es noticia porque su alcaldesa ofrece su cementerio para acoger a Franco; ya era famoso el pueblo, pues el dictador tendría como vecinos a las gentes con nombres más extraños, fruto de un cura muy singular
30/12/2018
Actualizado a
17/09/2019
Lo más leído