Tarde de BuenaVentura en la Plaza de Toros de León

Un gran Diego Ventura se convierte en el gran triunfador de la tarde al cortar casi los máximos trofeos (cuatro orejas y un rabo) y salir por la puerta grande junto a Rui Fernandes, que había cortado dos orejas en el primero de su lote

24/06/2024
 Actualizado a 24/06/2024
El otro torero portugués de la tarde, Rui Fernandes, también abrió la puerta grande al cortar dos orejas al primero de su lote. SAÚL ARÉN
El otro torero portugués de la tarde, Rui Fernandes, también abrió la puerta grande al cortar dos orejas al primero de su lote. SAÚL ARÉN

Las corridas de rejones son otra historia, otro público, otra fiesta. Suma a los toros los caballos y todo cambia. Todo es diferente desde la mañana, cuando los más fieles se acercan a los corrales y ven a Lea Vicens ‘de calle’, charlas con ella, les cuenta los enigmas de esa vida de la universitaria francesa que se empeñó en ser alguien en el mundo de los toros. Y lo es. Rompió muchas barreras, fue la primera mujer en encabezar el escalafón... también la recuerdan en la grave cogida de hace unos meses. Pero ya cicatrizó. También ves a los trabajadores de Diego Ventura que ya están luciendo los caballos, ocho horas antes, ‘tejiendo’ bola a bola las que después lucen en la plaza. O a Rui Fernandes, ese portugués que parece venido de otros mundos, echando un cigarro. Como lo está echando en el callejón mientras sigue la faena de quien le precede.  

Y después ya está la corrida. Viendo a los camiones aparcados, con los caballos allí quietos, recuerdo la frase que repetía la niña amazona leonesa de doma en libertad que insiste: «Los artistas son ellos». Ya, pero como en el caso de la propia Carlota, hay más, mucho más.

La francesa Lea Vicens, que había dejado un excelente sabor de boca en su anterior presencia, no tuvo su tarde ni suerte con su lote. | SAÚL ARÉN
La francesa Lea Vicens, que había dejado un excelente sabor de boca en su anterior presencia, no tuvo su tarde ni suerte con su lote. | SAÚL ARÉN

En el tendido de los pobres, los que se acercan a ver los caballos sin entrar a la plaza, vuelve a triunfar Lea Vicens, que siempre les regala su calentamiento en las praderas exteriores. Ayer acompañado a ratos por Rui.

Ya llevaba dos triunfos exteriores Lea Vicens y, vaya por delante, tuvo la peor de las suertes en el interior. No estuvo acertada al matar, no tuvo el mejor de los lotes, no era su tarde. Baste decir que cuando salió su primer toro, Álvaro Álvarez, que algo sabe de esto avisó: «Mal lo va a tener, el toro es de izquierdas». Ante la cara de susto explicó que no respondía a ningún estímulo por la derecha, «yo creo que no ve bien por ese ojo». El tiempo confirmó el mal de ojo para esta tarde de la francesa.

Ya estamos dentro. Menos barullo que con los toreros a pie. La capilla vacía (que será de la Virgen del Camino pero tiene un Cristo), cuando alguien avisa: «Llegó Ortega Cano» (al que homenajearon) y Cabañeros arrispó: «Dejármelo a mí». El ‘maestro’, la verdad, levitaba.

Y empezó la hora de la verdad cuando los ‘de las llaves’ quisieron; por cierto, uno es policía, no se si eso significa algo o es una afición.

Aunque la entrada fue algo más floja que el sábado, no faltó ambiente en los tendidos de la plaza. | SAÚL ARÉN
Aunque la entrada fue algo más floja que el sábado, no faltó ambiente en los tendidos de la plaza. | SAÚL ARÉN

Rui Fernandes, tranquilo después de su cigarrillo, puso sobre la arena ese toreo portugués, de adorno, de quien se llama Rui David da Conceiçao Fernandes, que no levita pero parece estar en otro mundo. En el primero se adornó, retó al público, éste respondió y la eficacia en la muerte le otrogó dos orejas que hablan de la generosidad de un presidente que «para dos días de fiesta que tenemos...». No le faltará razón, la excesiva generosidad nunca es pecado, decía la madre Teresa de Calcuta.

Curiosamente en el segundo de su lote logró Fernandes más conexión con la grada. Sobre todo después de una preciosa y arriesgada colocación de la banderilla en todo lo alto. Aprovechó la ola, gestos al público, comunión de tarde grande... y el toro se rindió, más bien ‘se suicidó’  y marchó para el otro mundo sin decir ni adiós, en un extraño momento que apagó vivido e hizo mutis por el foro. 

Queda Diego Ventura. También portugués. También de nombre pinturero: Diego Antonio Espíritu Santo Ventura. Ventura sí quiso sumarse a que los toros son los artistas y fue el único que mostró las tablillas con sus nombres: Chiado, Lío, Guadiana o Bronce, que solo con abrir el portón provocaba una cerrada ovación. Y con toda la razón del mundo. «Estos caballos son máquinas de torear». 

Diego Ventura en un gesto de complicidad con los tendidos. | SAÚL ARÉN
Diego Ventura en un gesto de complicidad con los tendidos. | SAÚL ARÉN

Si a estos protagonistas le sumas al gran Diego Ventura pues tienes las dos faenas que dejó el portugués en la plaza leonesa, llena de riesgo y adornos, de saber montar y saber torear, de saber... también ‘provocar’ al público leonés recorriendo media plaza después de un juego entre caballo, caballero y toro, lanzando el sombrero, entrando de culo en los corrales....

Y la plaza se iba calentando. Tanto que cuando ‘fulminó’ al primero de los rivales los tendidos pidieron las dos orejas y el rabo; el presidente cambió el rabo por el pañuelo azul de la vuelta al ruedo para un toro que no parecía haber sido nada extraordinario. Sería para que el cupo de generosidad llegara también a Sánchez y Sánchez, pero a Diego Ventura no le gustó nada y tuvo un gesto de desplante al coger las dos orejas. Pero nada pasa en balde y nada más cerrar su segundo toro empezaron a aparecer pañuelos y el rabo acabó en manos de Ventura. Buena Ventura camino de la puerta grande.

Se acabó. Marquitos marcha repartiendo Ronchitos y cuando alguien le dice que a ver si para el año que viene «mejor» el histórico hostelero tira de repertorio: «Nos conformamos con estar otra vez aquí». 

El viejo «que haiga salud». 

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