Ignominioso sería la palabra suave la que utilizo para describir el bochorno primero, y en segundo la pena por los derroteros que va el patrimonio histórico de la reciente historia de España. El reciente 4 de agosto pasado junto con mi nieta nos acercamos al conjunto monumental de San Marcos en León para visitar el claustro y se nos negó la visita. El objetivo era visitar este lugar tan emblemático en el que estuvo prisionero durante unos días, i/o meses en sus estancias un familiar en el año 1939. ¿Negarlo, es necesario?
Agradecemos a la Asociación Aerle la labor que han efectuado hasta el momento en el cementerio laico, con el monumento a los mártires, de una guerra y un alzamiento que sucedió por error, silencio y cobardía ideológica y se permitió el sacrificio de seres inocentes y humildes como en el caso de mi querido tío de 21 años.
Registros civiles sin el más mínimo decoro, con falsedad documental, sin ninguna veracidad, y los muros están cerrados. ¿De verdad continúa la prisión en San Marcos? Agradezco la gran labor de investigación que se ha efectuado hasta el momento, pero el reconocimiento aún está por llegar ya que en el mismo edificio, San Marcos, aún no contempla ningún recuerdo, ninguna placa, que recuerde que ahí fue sede de una prisión con letras mayúsculas entre otras utilidades a la largo de la historia de este país, sin vergüenza. Borrar no significa olvidar.
Nuestro peregrinar, 9 horas de Renfe desde Girona, Barcelona, hasta León, para ver la tumba de nuestro joven familiar fallecido se dio por terminada en la indiferencia y la deshumanización con la que se trata este gran episodio nacional.
Solo unas flores dieron un poco de color y alegría al viaje.
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