Pero era un reto para la agrupación que lideraba por Antonio Fernández Ordóñez, que luchó en ese frente 11 años. Murió el pasado 25 de septiembre sin poder haber conseguido ese reto. «Con él al frente, la Asociación Pro-Ermita consiguió la mayor parte de las colaboraciones. Gracias a su familia; a las sucesivas juntas directivas presididas por él, y que le han acompañado durante tantas horas bien empleadas, para tratar de conseguir los recursos necesarios para volver a levantar aquella capilla tan entrañable», reconoce la persona que ahora coge el relevo cargándose de la ilusión de Antonio, Gregorio Esteban Lobato.
La actual Junta Directiva confía en la posibilidad de que la nueva Ermita del Sacramento de Ponferrada sea «otro fruto excelente de la Escuela Taller: la obra póstuma de quien fuera su director, don Pablo Voces Bello, a quien, también, rendimos homenaje», explica.
Pero hay que dar muchos pasos para un proyecto que se hace mayor en el lado de la espera. En 2017, el que fuera fundador de la agrupación, Florentino Vega auguraba que la ermita no se haría porque no había interés para ello en el Consistorio. Lo decía cansado de pedir entrevistas con los concejales con el fin de hablar sobre la posible ubicación de la edificación nueva, ya que reconocía que la pretendida, en el polígono de las Huertas, no era del agrado de todos.
Recordaba que existió históricamente la ermita en unas dependencias cercanas a un colegio a orillas del Sil, en la calle Río Urdiales «es un sitio escondido», decía. Era un edificio recoleto, de 57 metros cuadrados, aunque la pretensión que tenían en la agrupación era hacerlo mucho más grande, hasta el doble, cerca de la Escuela Oficial de Idiomas.
Un proyecto que estaba presupuestado en unos 117.000 euros y al que podrían añadirse otros condimentos como una estatua dedicada al Peregrino. Hoy la agrupación está en las redes y cuenta con 73 colaboradores, entre establecimientos, asociaciones, empresas…Por eso ve ahora más cerca poder conseguir recuperar ese edificio que tiene detrás incluso la historia de un milagro, en el año 1535.
El recuerdo de un milagro
La historia comienza con un criador de perros, Juan de Benavente que era muy devoto y cada día iba a la iglesia de San Pedro a rezar. Un día el sacristán le dejó la llave para que se encargara de apagar las velas y cerrar las puertas, pero su intención final era robar el copón de plata, regalo del Obispo Osmundo. Ese día fue su oportunidad y lo hizo. Después forzó las puertas del templo simulando que allí se había producido un robo.
El copón estaba en un arca que quiso tirar al río pero no pudo hacerlo y se la llevó a casa para guardarla sin que su mujer supiese nada. La guardó bajo la cama, pero unos rayos de sol delataban su presencia y ella comenzó a preguntar. Eso hizo que el criador cogiera el arca con la intención de deshacerse de ella. La tiró a un zarzal cercano al río, donde los domingos había juntanza de tiro con ballesta.
Juan no podía con los remordimientos y Ponferrada quedaba sumida en el desconsuelo y la consternación. Pero aquel lugar en el que acabó el arca comenzó a denotar fenómenos extraños. Por las noches se iluminaba y, llegada la mañana, una bandada de palomas se posaba sobre las ramas espinosas.
Un joven molinero quiso investigar que había en aquellos zarzales. Encontró un paisaje de luz yun suelo caliente. Vio el arca y dio la noticia con un volteo de campanas al grito de milagro.
Juan fue castigado por su mentira y en 1570 se construyó una ermita en el lugar donde había aparecido el copón que llevó el nombre de ermita del Santísimo Sacramento, demolida en 1970 para desarrollar el Plan General de Ordenación Urbana de Ponferrada.