Se repitió el guión del día anterior y la suerte volvió a estar repartida entre las cofradías leonesas que procesionaban el Miércoles Santo. A las ocho de la tarde, el intenso vendaval y una lluvia intermitente pero tenaz llevaron a las cofradías de La Agonía y el Silencio a suspender sus principales actos de la Semana Santa. Los hermanos de la penitencial de Santa Marina suspendieron automáticamente al cumplirse la hora de salida y realizaron un acto en el interior de la iglesia. Sin capillo, por no ser un acto procesional, mecieron el paso de Jesús del Via Crucis en el pasillo central del templo, al tiempo que la Agrupación Musical del Desenclavo interpretaba varias marchas.
Mientras tanto, el convento de los Capuchinos de San Francisco se preparaba para celebrar un acto solemne en el interior de la iglesia, tras decidir la Cofradía del Silencio que tampoco saldrían a la calle. En riguroso silencio, que sólo fue roto por el sonido de una imponente carraca copia de la que había antaño en la Catedral, los hermanos portaron a hombros el Cristo de Medinaceli y el Cristo de la Expiración, apoyados en horquetas y con el hábito completo como signo de penitencia. Fe y recogimiento se dieron cita en una iglesia que completaban los crucíferos, distribuidos en el pasillo central.
A las ocho y media, la plaza del Grano era un nido de nervios y expectación. La lluvia y el viento se habían reducido, pero no había nada claro respecto a la salida de la procesión de la Amargura. «Vamos a esperar hasta las nueve de la noche, nos damos media hora», anunció entonces el abad de la Cofradía de Minerva, Alejandro García.
Finalmente, a las nueve de la noche, Minerva salvó el Miércoles Santo en lo que se refiere a procesiones al confirmar que saldrían, pero hasta la plaza Mayor, con un recorrido más corto. En la plaza dieron la vuelta y regresaron por las mismas calles hasta la plaza del Grano. Participaron las formaciones musicales de Angustias, Gran Poder, Bienaventuranza y Jesús Divino Obrero, además de la banda de la cofradía organizadora, que abrió procesión, pero interpretó la marcha real a sus imágenes titulares al comienzo y al final de la procesión. Gran afluencia de público en la única procesión de la tarde que logró resistir el temporal y llevar su patrimonio a la calle.
La noche se cerró con el via crucis del Perdón en su iglesia, la Ronda Lírico–Pasional del Desenclavo y el via crucis procesional de las Siete Palabras.