El accidente acontecido este lunes en la mina asturiana de Cerredo se suma, lamentablemente, a la crónica negra de la historia minera. En él fallecieron cinco trabajadores, otros cuatro resultaron heridos, y otros dos salieron ilesos. Es el último de una larga lista en la que las entrañas de la tierra se cobran un elevado precio.
Este suceso recuerda, trágicamente, a otros ocurridos tanto en la vecina Asturias como en la provincia de León o en Palencia por el alto número de víctimas mortales. En la mayoría de los casos el silencioso enemigo es el mismo: el grisú. Silencioso y letal.
En la memoria aún perdura aquel 28 de octubre de 2013, día en el que seis personas perdían la vida por una intoxicación causada por un escape de gas, en un accidente ocurrido en la mina del Pozo Emilio del Valle de Llombera de Gordón (León), en las explotaciones de Tabliza. Además de las víctimas mortales, otros cinco mineros resultaron heridos de diversa consideración. Este suceso, fue objeto de un proceso judicial que en marzo de 2023 quedaba visto para sentencia. Para unos, fue accidente, para otros una grave negligencia.
En diciembre de 1998, la catástrofe se daba en el municipio asturiano de Morcín. Tres mineros fallecían y otro resultaba herido en un accidente laboral que se registraba en el pozo Montsacro de Hunosa.
1995 fue un año especialmente negro para la minería en Asturias, con tres graves accidentes mortales. En octubre de 1995 Cuatro trabajadores morían y otros cuatro resultaban heridos, al producirse un derrumbe del muro de contención entre la sexta y la séptima planta del pozo Candín de Hunosa, en el municipio de Langreo (Asturias). El siniestro se producía al desprenderse unas 60 toneladas de tierra de relleno. Es tristemente conocido el accidente mortal en el Pozo Nicolasa, registrado el 31 de 8 de 1995 en el que catorce mineros perdían la vida tras una explosión de gas grisú en el Pozo Nicolasa, perteneciente a Hunosa, en la cuenca minera de la localidad asturiana de Mieres. En julio de ese mismo año se daba otro fatal accidente en el pozo San Vicente de la empresa Minas de Figaredo, en el que morían tres trabajadores enterrados por un derrabe de carbón.
En Castilla y León, en la provincia de Palencia, en diciembre de 1990, tres mineros morían como consecuencia de la inhalación de monóxido de carbono, en el interior de una mina de Villanueva de Arriba.
También en la provincia de León, en la comarca de El Bierzo, ocho mineros perdían la vida por una explosión de grisú en el Grupo Río de Fabero, en el año 1984, dejando a otros cuatro mineros heridos de gravedad.
La comarca de Laciana también vivió un duro accidente en el año 1979 en Caboalles de Abajo, en el Pozo María. Una explosión de grisú se llevó entonces la vida de diez trabajadores de entre 19 y 45 años.