Te creció un fusil entre las manos

Julio Llamazares y Andrés Trapiello son dos de los protagonistas de la premiada investigación del catedrático de literatura en la Universidad de Cádiz, José Jurado Morales, quien sigue la biografía en la guerra de los padres de nueve escritores españoles a través de los poemas (y otros escritos) de sus hijos

Fulgencio Fernández
24/10/2021
 Actualizado a 24/10/2021
Nemesio Alonso Díez, maestro nacional, con dos de sus hijos, Manolo y Julio, el escritor en cuyos textos ha indagado José Jurado Morales.
Nemesio Alonso Díez, maestro nacional, con dos de sus hijos, Manolo y Julio, el escritor en cuyos textos ha indagado José Jurado Morales.
Decir, escribir, sobre la relación de tu padre con la guerra civil que «Sé que, una noche amoratada, te creció un fusil entre las manos./ Fue como una primavera de fusiles nacida a borbotones entre un brillo nervioso de cigarros. ¿Recuerdas? / Y tú, con los zapatos sucios de miedo y de tristeza, te marchaste a pisar aquella España llena de sangre y de inmisericordia» no es, desde luego, la forma más habitual de contar las andanzas familiares en la guerra, o lo que sea. Es la mirada de un poeta, Julio Llamazares en este caso, posada sobre los recuerdos y la memoria de su padre, Nemesio Alonso, de quien, escribe José Jurado, «lleva muy dentro la entrega vocacional del viejo maestro de escuela, figura que ha ensalzado una y otra vez desde sus primeros escritos».

Ahí están las claves. Poetas que han escrito sobre sus padres y la guerra. Y José Jurado Morales, catedrático de Literatura en la Universidad de Cádiz que acaba de ganar el premio Manuel Alvar de Estudios Humanísticos 2021 por su trabajo —ahora publicado en libro— ‘Soldados y padres. De guerra, memoria y poesía’, en el que ha seleccionado a nueve poetas españoles «para evocar la experiencia de los padres combatientes en la Guerra Civil a través de su obra literaria». El autor indaga en los recuerdos que los hijos guardan de sus padres y de los relatos que estos les contaron sobre sus vivencias en las trincheras de uno u otro bando. «Reconstruyo la participación de los padres de varios autores actuales como soldados con el propósito de abordar unas relaciones que comprenden tanto la admiración personal y la afinidad temperamental, como el desapego afectivo y el conflicto ideológico», explica el autor.

Uno de los elegidos es Julio Llamazares y entre los nueve hay otro leonés, Andrés Trapiello. Los siete restantes son Joan Margarit, Jane Durán, Jorge Urrutia, Jacobo Cortines, Miguel d’Ors, Pere Rovira, y Antonio Jiménez Millán. «La selección obedece a unas razones. He pasado meses buscando escritores que cumplieran con unos criterios: poetas actuales, que sus padres hubiesen participado en la Guerra Civil y que ellos hubiesen escrito algún poema centrado en esa experiencia paterna. No ha sido fácil la búsqueda y la selección final».

Llamazares y don Nemesio


Curiosamente los dos leoneses presentes en la ‘selección’ no utilizan el apellido de sus padres soldados en su nombre literario, Julio Llamazares lleva en medio el Alonso de su padre Nemesio y con Andrés Trapiello ocurre lo mismo con el García de Porfirio, pero no tiene nada que ver la ‘poda’ con su relación sino con el marketing editorial al tratarse de dos apellidos tan comunes ante otros con mucho más gancho y singularidad.

Nemesio Alonso es un joven sin convicciones ideológicas firmes ni afán militar cuando la guerra le coge de vacaciones en La Mata de la Bérbula y se alista en el bando nacionalSobre la relación, vista desde la literatura, de Julio Llamazares y don Nemesio —como le suele llamar el escritor en señal de admiración y como uso común en nuestros pueblos con los viejos maestros— escribe el catedrático andaluz: «Julio Llamazares lleva muy dentro la entrega vocacional del viejo maestro de escuela, figura que ha ensalzado una y otra vez desde sus primeros escritos. Lo hace ya en una crónica para el número del semanario leonés Ceranda que recorre los días que van del 27 de abril al 3 de mayo de 1979. Desde entonces no ha dejado de mostrar su inclinación sentimental por aquellos hombres oscuros y flacos, tal y como llama a los maestros de posguerra, y su recelo ante los nuevos sistemas pedagógicos. Mucho de esto tiene que ver con su padre, a quien dedica su libro Trás-os-Montes. Un viaje portugués: ‘A la memoria de Nemesio Alonso, maestro’, una seña de identidad tan condensada y contundente como la que recoge el titular de la necrológica de El País del 9 de agosto de 1996, ‘Nemesio Alonso, maestro’».

En las indagaciones en la memoria de los Llamazares recurre con frecuencia Jurado Morales al amparo de la hermana mayor del escritor, Ángeles, con la que mantiene largas conversaciones telefónicas para recomponer los pasos de «Nemesio Alonso, quien pasa mucho tiempo en las décadas del cuarenta y del cincuenta como maestro por pueblos mineros perdidos en el mapa leonés antes de poder optar a retirarse del oficio en la ciudad de León».

Y en ese núcleo de maestros adquiere en el capítulo de Llamazares especial presencia un hermano del viejo maestro, Ángel, «que se desempeña en la escuela de Orzonaga, una aldea minera leonesa, cuando estalla la guerra».

Guardo el retrato de un hombre al que no conocí pero cuya presencia me ha acompañado. Es mi tío, maestro de la República, desapareció en la guerra y lo buscamos inútilmenteLa participación de los dos hermanos maestros en la guerra fue diferente, así como las consecuencias de sus posturas en ella. «Canción de cuna para mi padre» no muestra evidencia alguna de ideologías. Llamazares expone la incorporación de su padre ala guerra y no alude ni presenta indicios de si ingresa en el bando nacional o en el bando republicano. En este sentido, al escritor le interesa sobre todo el desgarro existencial que supone tal circunstancia en la vida del padre y le inquieta poco el trasfondo de ideas que toda guerra comporta. Parece como si el autor hubiese querido exponer en el poema una neutralidad ideológica que concuerda con el perfil biográfico y el talante del padre». Algo que el investigador completa con la explicación que el propio Llamazares le ofrece ante esta observación. ««Mi padre era muy joven y la guerra le cogió de vacaciones en su pueblo, que quedó en zona ‘nacional’ y por eso se alistó con los ‘nacionales’, no por ninguna convicción ideológica. Es un joven sin compromisos políticos. Nemesio Alonso Díez no tiene convicciones ideológicas firmes ni afán militar cuando la guerra le coge de vacaciones en La Mata de la Bérbula, pero los dieciocho años que cumple entonces traen consigo una llamada inminente de su quinta y un reclutamiento forzoso.Se apunta al Regimiento de Transmisiones y consigue hacer la guerra como radiofonista, apartado de los tiros y al servicio de un jefe de tropa». Surge en el interior de Nemesio Alonso la misma desazón que he anotado para otros padres de escritores referidos en estas páginas, me acuerdo del padre de Joan Margarit, apunta Jurado, quien añade: «Al escritor no le interesa poner el foco en las virtudes valerosas del progenitor como combatiente. Rebaja el componente heroico hasta hacerlo desaparecer. Nemesio Alonso es un joven angustiado y apesadumbrado, un soldado que marcha al frente con el miedo y la tristeza por banderas».

Un aspecto al que dedica una parte importante del capítulo dedicado a Julio Llamazares es la relación con la guerra de toda la familia, de los hermanos de su padre. «Los 5 hermanos Alonso Díez combaten en los frentes con una distribución casi equitativa: tres de ellos hacen la guerra con los nacionales y dos con los republicanos», recuerda el autor y recoge un texto de Llamazares: «Mis abuelos habían dado tres de sus cinco hijos al Ejército de Franco (uno de ellos mi padre, con 19 años) por los dos que habían hecho la guerra con la República» . Parece que en este reparto de bandos pesa el azar geográfico sobre la ideología política.

Y entre los hermanos que ‘caen’ en el bando republicano destaca la figura de uno de ellos, maestro también, Ángel, de quien dicen que «merece una novela, aún no escrita». En ‘Maestros de escuela’ Llamazares apunta: «Era anarquista y tartamudo y desapareció en la guerra». La investigadora María Antonia Suárez le tiene por el inspirador probable del narrador protagonista de Luna de lobos.

En diversos artículos el novelista de Vegamián va desgranando aspectos de la biografía de Ángel Alonso. «. Al estallar la guerra trabaja como maestro en una escuela de Orzonaga, aldea minera a muy pocos kilómetros de su localidad natal, La Mata de la Bérbula. Dada su pertenencia a la CNTy ante el temor a que lo fusilen, huye a las montañas a refugiarse junto a los republicanos huidos. La última vez que saben de él por terceros es en el otoño de 1937, cuando el ejército franquista ocupa Asturias. Ni la Cruz Roja Internacional, ni la policía española del franquismo ni los programas de radios clandestinas ni antiguos guerrilleros logran aportar información o pista alguna. Los abuelos, el padre y los tíos del escritor lo buscan y nada de nada».

Pero Llamazares no se rindió en su batalla contra el olvido de su tío Ángel. «Guardo en la vieja casa de mi familia el retrato de un hombre al que no conocí, pero cuya presencia me ha acompañado siempre.Es un tío mío, maestro de la República, que desapareció en la guerra. (...) Personalmente a mí nadie me pidió que la conservara, ni que estuviera atento a cualquier noticia que sobre mi tío pudiera aparecer, pero lo hice y lo sigo haciendo.El recuerdo de mi padre buscándolo inútilmentey el conocimiento del sufrimiento de mis abuelos es motivo suficiente para hacerlo. Eso y la perseverancia de mi tío Ángel, aquel maestro que llevaba a los niños a lavarse antes de empezar la escuela y que soñaba con un mundo más justo».

Es la presencia permanente de la memoria, en el escritor y en su obra, lo que lleva a Jurado a cerrar el capítulo dedicado a él con una reflexión: «A saber dónde y cuándo acabaría sus días Ángel Alonso Díez, el tío desaparecido. A saber qué sintió el maestro Nemesio Alonso Díez cuando le creció un fusil entre las manos. Es la guerra de Julio Llamazares con sus entrañas».


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