Paco Alonso es uno de aquellos niños del León rural—de San Esteban de Nogales, donde ha regresado ahora— que pudo estudiar gracias a unas becas para niños llegados desde los pueblos de la provincia. Era el Colegio Jesús Divino Obrero pero aún no estaba acabado y, mientras lo finalizaban, aquellos niños acudían a clase en un lugar habilitado para ello y que era, ni más ni menos, que el abandonado claustro de la Colegiata de San Isidoro. «Estudiar allí, conocer la Colegiata, el Panteón de los Reyes, ser monaguillo del abad... me marcó, ¡como no me iba a marcar tener como patio de juegos los dos claustros de la Basílica y escuchar cada tarde el canto gregoriano que procedía del Coro! Y más dedicándome después profesionalmente a la arquitectura».
Cree Alonso que ahí nació su convencimiento de que la arquitectura es parte de la vida; creencia que se acrecentó cuando pasó al viejo Instituto, en el que recuerda «un edificio concebido como lo que era, un lugar para la enseñanza pública, con un laboratorio de Ciencias Naturales increíble... Por eso no entendí nada cuando decidieron demolerlo. Y no lo entiendo ahora, hasta llegar a pensar mal».
En ese caminar paralelo de la vida y la arquitectura, de combinar los saberes de su familia de agricultores y los suyos de la facultad, Paco Alonso ha ido forjando su propia personalidad. «La abundancia de cobijo de las construcciones rurales son un lujo, como lo es mantener las viejas formas de construcción, encalar, cortar la madera en su momento, saber retejar... en fin, mantener la vieja capacidad de expresión artística. Estoy convencido de que la casa más sostenible en la que uno puede vivir sería una casa con jardín, que sea a su vez huerta para tener allí los alimentos necesarios para la autosuficiencia, que no deja de ser una forma de libertad».
Y de la suma de ambas facetas, la de la tradición rural y el conocimiento de la arquitectura, más sus lecturas y las notas que Alonso va tomando al escuchar a las gentes de los pueblos nace el Calendario de San Jorge de la Agricultura y la Construcción que edita este arquitecto de San Esteban de Nogales desde hace casi treinta años y en el lector encontrará los períodos más propicios para la recolección, el laboreo de los campos,las podas e injertos en árboles y plantas; la influencia de las fases lunares, el momento idóneo para cortar la madera según para qué se vaya a utilizar; el momento idóneo para pintar o encalar; qué suponen para estas faenas los días que llama alterados de atmósfera ionizada y u buen número de recomendaciones terapéuticas... saberes antiguos que se intuyen ya desde la dedicatoria del calendario: «A mis padres y abuelos, que sembraron hasta su madurez a la hoja y a la contrahoja (a la oxa y a la contra oxa); la infancia compartida aprendiendosu enseñanza y experiencia es principal soporte de este calendario. También a las buenas gentes de la ruralidad, que sabiendo ejercer sus oficios, son portadoras y transmisoras de la tradición celosamente guardada y siguen atentos a los días de escucha»; pero también añade sus lecturas y maestros: «A María Thum por transmitir su experiencia agrícola abierta al recorrido zodiacal de La Luna. Ella me incitó y motivó como arquitecto a observar el momento idóneo para la puesta en obra de los materiales y esa fue idea germinal de este calendario».
No falta, y cada año añade más, un buen número de refranes que ilustran las faenas de cada mes: «Enero y febrero comen más que Madrid y Toledo», escribe para estos primeros días del año, en los que también recoge faenas que realizar, por extraño que parezca: «Del 3 al 8 son días apropiados para talar la madera; el 3, el 4 y el 30 y el 31 lo son para plantar y podar árboles y setos; limpiar y embarrar los troncos de los frutales; del 5 al 7 es buen tiempo para coger mimbres para cestería y plantar ajos y otros bulbos, de ahí la expresión ‘lo que va de enero pierde el ajero’. Y los días alterados son el 16 y el 24, en los que lo mejor es evitar el laboreo». Y así, con todos los meses del año, más bien con todos los días.
Y, sobre todo, fijarse en lo que te rodea, allí está la respuesta pues «cuando el burro baja la oreja ponte bajo teja».
Lo complicado es encontrar el burro.
Un calendario zaragozano pero en leonés
'El calendario de la Agricultura y la Construcción' para el año 2021 del arquitecto leonés Paco Alonso ya está en la calle con su amplio abanico de consejos prácticos sobre estos dos 'campos' y las explicaciones de cómo perviven aquellos viejos y eternos saberes
27/12/2020
Actualizado a
27/12/2020
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