Crecer literariamente hablando en una ciudad como Astorga, donde solo se vive pensando en las glorias del pasado, donde todo lo que huele a rompedor, a transgresor, a juventud en una palabra, es mirado como si del diablo se tratase siempre se ha hecho difícil para aquellas personas cuya inquietud innata, cuyos deseos de crecer, de avanzar las llevan continuamente a descubrir caminos que acompañen esa impaciencia.
Con los 30 años aún por cumplir a lo largo de este año, Violeta Serrano (Astorga, 1988) salió de su localidad natal con apenas 17 para buscar su destino y quedarse ciudadana de un mundo que no depositara sobre ella el lastre de la historia, el rancio abolengo de un pasado que parece negarse continuamente a alentar el futuro, a darle alas, a facilitarle ese peldaño seguro desde el que comenzar a subir una escalera que accede a paraísos diferentes, o a infiernos, para hacer que te sientas orgulloso de ti mismo. En cualquier caso el primer paso hacia caminos que necesitan internarse en otros mundos para buscar el tuyo propio. Escritora y periodista cultural, Violeta destacó tempranamente por su inquietud literaria y así con apenas 16 años encontramos, por ejemplo, sus versos entre los ganadores del Certamen de Poesía ‘Voces de Mujer’, codeándose con otras poetas ya adultas entre las que casualmente me encontraba ese año.

No deja de ser curioso que fuera allá donde viera la luz su primer libro de poemas, los primeros que quiso regalarnos para siempre a los lectores, y que estos hablaran precisamente del desarraigo, de ese sentimiento que continuamente ha acechado, por ejemplo, a las gentes de su tierra. En un lugar que ha sido destino común de generaciones y generaciones de leoneses, de maragatos, de astorganos. Como ella. Un lugar al que se llega y del que no siempre se sabe si se quiere salir y en el que se acaba por descubrir sentimientos comunes. Allí sigue escribiendo y allí publica.
«Allí, recuerdo, no había más que una agigantada fiebre una interminable tormenta de sed y de palabras….» …palabras que ella nos regala a través de su ‘Camino de ida’, palabras con las que cada día sigue llenándonos los ojos, a través de la revista digital ‘Continuidad de los libros’, de otras miradas, de otros pensamientos, de otras emociones.
Violeta Serrano, hoy en Madrid, ha creado para sus palabras un mundo sin fronteras que va de sus orígenes a los lugares por los que luego ha caminado, de un lado al otro del Charco, en un camino siempre de ida porque aún no se ha puesto como meta ningún lugar de destino en el que detener los pasos de sus días, un camino a través del que seguir creando, del que seguir creciendo regalándonos la particular sabiduría de sus letras, con las que va abrazando, en esa otra faceta más periodística, el saber y el sentir de otras gentes, de otros nombres que también nos regalan día a día la palabra, ayudándonos a redescubrirlos a través de otra mirada, su mirada.
Me han llegado rumores de que tal vez muy pronto vuelva a visitarnos a este León nuestro, a acariciarnos los oídos con sus versos, a compartir con nosotros su palabra. Mi consejo es que estén atentos y, si es posible, no se pierdan el estallido de su voz haciendo camino en nuestro andar literario. Será, se lo aseguro, como un soplo de aire fresco.