No es una taberna, ni un chigre, ni una tasca, ni un mesón, ni un bar, ni un pub. No es nada de eso y lo es todo. No es un museo por más que cumpla cien años y en su barra y sus mesas hayan trasegados vinos, vermús, mistelas y sueños varias generaciones de leoneses que, entre paredes cargadas de recuerdos de cortos, de copas o de cachis, aún sueñan que se para el tiempo tras cruzar el umbral de más de trescientos años que divide la capital del Reino de León de la capital del pecado, el pecado de goze,aunque cada día, se peque más de ‘Whatsup’ que de cúbito horizontal.
Un lugar perfecto para arreglar el mundo, pero no todos los días. "Hace tres años, en Nochevieja a las tres de la mañana estaban un grupo de chavales y chavalas intentando arreglar el mundo, ya no puede aguanta más y me acerqué a ellos y les dije "¡Oye, chicos! El día de Año Nuevo no se arregla nada a estas horas, lo que podíais era arreglaros entre vosotros a ver si surgía algo", explica Chus, desde dentro de la barra.
Templo de la bohemia leonesa, cuando abrió sus puertas en 1915, su fundador, Benito Méndez, no podría imaginar que darían vida a esta casa inmortal los paisanos Victoriano Crémer, Antonio Gamoneda, Antonio Pereira, Luis Mateo Díez, Juan Pedro Aparicio, Julio Llamazares o Paco Umbral, que lo bautizó como el Ateneo del Mus. La transición encarnada en Adolfo Suaréz comió pulpo y callos y Stanley Kubrick sanó en su comedor el hambre de Hollywood. Joaquín Sabina rompió un poco más su voz con aguardiente de Valdevimbre. María Dolores Pradera, Florinda Chico, Carmelo Gómez, los Scorpions, en definitiva, todo el ‘star system’ sucumbe al efluvio romántico del león original, como sucumbe el leonés anónimo.
Y fútbol. Fútbol de quiniela y transistor. De la puentecilla, al Amilivia, a Puente Castro, al Reino de León y a Casa Benito. Nadie ha descartado que la mayores gestas de la Cultural, con su periplo por primera división, no fueran confabuladas en este esquinazo de la plaza mayor, a donde acudía regularmente Genarín a calmar su sed. También aquí lo subieron a los altares sus evangelistas que oficiaron la misa negra del mayor milagro culturalista. Y más que la Cultural. El mítico Santillana levantó copas en Casa Benito y Joan Laporta no estuvo tan mal a pesar de estar lejos de su país.
Pero también la lucha leonesa, los bolos, el Elosua o el ademar.
El Casa Benito fue el reloj de la ciudad durante un tiempo que se estropeó el de la Plaza Mayor y la gente iba a allí a consultar la hora. Lo sigue siendo en cierto modo porque entre pasodobles de Manolo Escobar o Heavy Metal de losObus te pueden dar las once, las doce, la una o las dos. Te pueden dar las que te manden jugando al quinito o escuchando los poemas de los Dolores de Poesía. Y te pueden dar cien años, como se los han dado a la institución más honorable del Barrio Húmedo. Cien años que hunden sus cimientos, no tanto en la puerta del obispo como en la "sencillez y el respeto".
Hay muchas más historias en las que hunde su raíces las microhistoria de la ciudad, la Historia, con mayúscula, de la gente anónima, la que le ha dado nombre y ha hecho que ayer abriera y hoy cumpla un siglo el Casa Benito.
Un siglo de Casa Benito
El bar más antiguo de la ciudad cumple cien años manteniendo todos los encantos que han encandilado a varias generaciones de leoneses y a la flor y nata de la sociedad que ha pasado por León
08/03/2015
Actualizado a
19/09/2019
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